Rentrée. Los medios públicos vascos entrevistan a personas anónimas que, finalizado su asueto, lamentan el regreso al trabajo, la fatiga que les produce y las nefastas sensaciones que les acechan, mientras expertas psicólogas ofrecen pautas para que esa vuelta al curro sea escalonada y no desencadene traumas de funestas consecuencias. Incluso alguna nutricionista propone unas dietas detox con frutas exóticas, kombucha, kéfir, leche de avena con chía y arroz integral para hacer más llevadero el trance. Con tantas tonterías, aceleramos nuestra desaparición como especie.

Las vacaciones

Decía Aristóteles (384-322 a.C.) en su Ética nicomáquea que el verdadero ocio “es aquel que no está ligado a la necesidad de alcanzar algo, es el tiempo que podemos dedicar a reflexionar sobre nuestras prioridades reales, cultivar amistades, pensar por nosotros mismos y dar un paso atrás para decidir qué tipo de vida queremos vivir”.

Más prosaico, el poeta y dramaturgo francés Jules Renard (1864-1910) consideraba que las vacaciones auténticas consistían en comer, beber y dormir bien; practicar sexo pausadamente; ir a donde uno quiere, quedarse en lo que de verdad interesa y, sobre todo, huir de los monumentos como de la peste. Para los monumentos, museos, conciertos y exposiciones ya están los viajes culturales, que no deben confundirse ni simultanearse con las vacaciones.

Tengo una compañera y, sin embargo amiga, que lo practica a rajatabla. Eso de tener que visitar en una excursión Nápoles, su Museo Arqueológico o el Antiquarium de Pompeya con la obligada visita a su lupanar para ver los frescos con las especialidades posturales que se ofertaban al cliente, cuando, todavía no se ha hecho lo propio con San Telmo, el Museo Naval o el de Zumalacárregui de Ormaiztegi, no deja de ser un dislate al que, sin embargo, estamos acostumbrados.

París

Acaba de regresar de París, de disfrutar sus vacaciones, sin saludar siquiera a Renoir en la antigua estación de Orsay, a Matisse en el Centro Pompidou o a la Gioconda en el Louvre.

Las vacaciones, casi siempre, son la historia de un fracaso. Pues bien, ha vuelto horrorizada por el nivel cutre y decadente que ha encontrado. Aquel París de risas y champán que conocimos hace 30 años, al que iban los industriales vascos con sus amantes en el tren nocturno Colombe Bleu desde Hendaia, ha fenecido, arrollado por el TGV.

En el mejor de los casos, en lo que a moda y glamour se refiere, Zara. De aquel clásico París, mundano y elegante, de boutiques exclusivas y restaurantes de lujo –Chez Maxim’s–, de las lencerías más atrevidas y sugerentes, con salón VIP para las pruebas con asesoramiento privado, mientras se tomaba una copa de champagne y degustaba foie, que estaban alrededor de Saint-Germain-des-Prés, de los espectáculos que conjugaban el buen gusto y la exquisita frivolidad, de todo aquello, no queda casi nada.

Las ratas se han adueñado de calles y parques desde que los animalistas sentaron plaza en el Ayuntamiento. Los clochards, en amalgama con los habitantes de los banlieus, colorido mosaico del pasado colonial, han tomado el centro de la capital, desplazando incluso a los chalecos amarillos. Sólo faltan unas txoznas en los Campos Elíseos o en la plaza Vendôme, donde Melénchon o Le Pen despachen Pastis o Ricard a sus seguidores para alcanzar el nivel máximo de chabacanería.

En el capítulo de delicatesen y alimentos gourmet, subsiste Fauchon desde 1886. El turismo masificado y los grandes almacenes lo han arrasado todo.

En paralelo, los 577 diputados de la Asamblea Nacional –el mayor teatro de Francia– “ponen ruedas” a François Bayrou porque no quieren aceptar que están en la bancarrota, que la deuda es insoportable y que la grandeur napoleónica se ha terminado y no existe otro De Gaulle que ponga orden.

Mientras, el narcisista Macron, impermeable a la crisis política y económica, como el náufrago al que arrastra la corriente, asoma desesperadamente la cabeza, buscando el protagonismo perdido con una ocurrente fuerza armada de interposición, dando por hecho que, definitivamente, Ucrania ha perdido la guerra contra Rusia.

Contradiciendo al hugonote Borbón, Enrique III de Navarra y IV de Francia, (1553-1610) –el Rey libre– del que, el fugaz inquilino del Hôtel de Matignon es un gran especialista, París, ya no vale una misa. ¡Oh, mon Dieu! Y yo con estos pelos.

Gastos escolares

Como todos los años, las televisiones inciden en la subida que ha tenido el material escolar. Los libros que no sirven de un año para otro, como si se hubieran descubierto nuevos ríos, desiertos, continentes o interpretaciones de la historia, y los padres, malhumorados, exigen la gratuidad al Gobierno Vasco. Y los becarios entrevistadores que apuran sus últimos días les dan cancha para que se explayen con sus quejas, en lugar de sugerirles que, para otro año, acorten uno o dos días sus estancias vacacionales para afrontar los gastos que originan sus vástagos escolares antes que recurrir a la oferta de Kutxabank de créditos de hasta 60.000 euros, con un click, para soportar los agobios propios del momento. Luego vendrán las fiestas navideñas y la consabida cuesta de enero y un nuevo crédito.

Gripe aviar

Se confirma que la gripe aviar es la causante de la muerte de 68 gansos en un parque sevillano o de la veintena de aves de ornamentación que aparecieron muertas en otro parque malagueño.

Para contagiar a las personas se requeriría un contacto directo o cercano con los animales infectados o sus fluidos corporales, tejidos, plumas, excrementos o permanecer en un ambiente cerrado contaminado.

Sin embargo, la presencia del cadáver de un ave –gaviota, paloma o gorrión– en la vía pública debe notificarse a la Policía Municipal para que active el oportuno protocolo sanitario.

HOY DOMINGO

Ensalada de tomate ilustrada. Merluza en salsa verde. Melocotón y ciruelas. Txakoli de Txomin Etxaniz. Agua del Añarbe. Café, petit fours de Gasand.