Réquiem. (RAE) Composición que se canta en la liturgia de la misa de difuntos. Imprescindible escuchar el de Mozart, compuesto en 1791 y terminado por Franz Xaver Sussmayr, siguiendo las indicaciones del autor en su lecho de muerte.

Homeopatía

Seudociencia. Un insulto a la evidencia científica, en palabras de la actual ministra del ramo, y una burla a la ilusión de muchos enfermos que, desesperadamente, se agarran a cualquier asidero ante el fracaso de la medicina convencional, humana y animal, a la que exigimos acertar y curar siempre y, lamentablemente, por el momento, no puede ser.

Es una medicina alternativa, creada en 1796 por Samuel Hahnemann, basada en dos principios: el primero, “lo similar cura lo similar”, es decir, una sustancia que produce unos determinados síntomas en un paciente sano debe curar una enfermedad con las mismas manifestaciones en un paciente enfermo. Y el segundo, el principio de la dosis mínima: reducir las dosis de los medicamentos tóxicos mediante diluciones que pueden oscilar entre 30 y 200, lo que implicaría que, al reducir su toxicidad, lo hará de igual manera su efectividad. Pero aquí entra la parte mágica del asunto mediante lo que denominan la “potenciación de la fuerza vital” de la sustancia y la “memoria del agua”, términos que, lógicamente, no reconoce la Ciencia Química, antes bien, ocurre lo contrario.

Ningún sistema nacional de salud europeo, a excepción de Suiza y Bélgica, financia los tratamientos con productos homeopáticos. Algunos como Portugal o Alemania ayudan con algunos subterfugios.

Al no ser una especialidad sanitaria, no existe desde 2019, en los respectivos colegios oficiales, un registro oficial de médicos o veterinarios homeópatas.

Placebo (RAE)

Sustancia que, careciendo por sí misma de acción terapéutica, produce algún efecto favorable en el enfermo si éste la recibe convencido de que esa sustancia la posee.

El efecto placebo activa los mecanismos naturales del organismo para ayudarnos a sentirnos mejor. Nuestro cerebro produce muchas sustancias que pueden disminuir el dolor, la fatiga, el estrés, la depresión, la ansiedad o las náuseas. Es lo que la Dra. Luana Colloca, de la Universidad de Maryland, Baltimore, llama “farmacia interior”. El mero hecho de esperar sentirse mejor puede provocar la liberación de estas sustancias. La mente es fundamental porque nuestros pensamientos no son independientes de las respuestas de nuestro cuerpo.

No se trata de una ilusión o de una falsa percepción, sino que la mejoría es por lo general real y palpable para el paciente, pero se trata del producto de la acción de la mente sobre el cuerpo y no de los efectos de un fármaco o intervención concretas.

En animales y en bebés ocurre algo parecido por intermediación del dueño o los padres. El paciente en cuestión no presenta una variación en su sintomatología, pero las personas que lo observan sí creen que ésta se ha producido al haberles suministrado un tratamiento concreto, y su tranquilidad se transmite al sujeto.

Pero nuestra farmacia interior no puede tratarlo todo. No sirve, por ejemplo, para hacer desaparecer tumores, reducir el colesterol o eliminar infecciones.

Además, un elevado porcentaje de enfermedades se curan solas; esos catarros y congestiones nasales que, con paracetamol, se curan en una semana y sin el fármaco en ocho días, por lo que los prescriptores de estas pseudoterapias tienen muchas posibilidades de acertar, eso que los estadísticos denominan “regresión a la media”, que justifican que muchos tratamientos alternativos parecen funcionar tanto en personas como en animales.

Cada uno es muy libre de gastar su dinero en lo que le apetezca. Lo más triste es que estas supercherías sean el último refugio para las esperanzas de curación de una legión de enfermos desahuciados por la medicina científica.

Su regulación

Una orden ministerial de 2018 establecía que para registrar un “medicamento” homeopático debía cumplir tres requisitos: que la vía de administración sea oral o externa, que el producto esté lo suficientemente diluido para garantizar su inocuidad, y que hubiera ausencia de indicación terapéutica particular en el etiquetado.

Con independencia de que supongan una estafa, los productos homeopáticos están sujetos al marco legislativo farmacéutico común, que define lo que es un medicamento homeopático y los requisitos que debe cumplir para su autorización. En su elaboración se evidenciaron dos posturas claramente enfrentadas: la de los países nórdicos, reacios a atribuir la condición de “medicamentos” a productos cuya eficacia clínica carecía de rigor científico, y los países con una industria próspera en este terreno (Francia, Alemania), que los defendían fervientemente. Al final, primaron las razones económicas y se acordó que en sus prospectos debería figurar una leyenda que advirtiera de que la eficacia no se había demostrado mediante métodos científicos.

Con todo, transcurrirían seis años, evidentemente, alguien del Ministerio de Sanidad no tenía prisa, para que esa directiva se traspusiera al ámbito español, incluyendo una sección específica dedicada a los “medicamentos” homeopáticos que se venden en farmacias con formato convencional, sin exigencia de receta alguna. Podrían venderse en cualquier supermercado, herboristería o tienda de chuches. Muy rocambolesco todo, por decirlo de forma suave.

Retirada de productos

Un artículo de Lidia Ramírez publicado en The Objective del pasado 28 de agosto informaba que, entre febrero y septiembre de 2024, (AEMPS), “a petición de los laboratorios Boiron y Heel España” y por “motivos comerciales”, ha retirado 314 productos homeopáticos del total de los 976 registrados, según la memoria del Ministerio de Sanidad.

Hoy domingo

Arroz Kerar. Lomo adobado con pimientos de Gernika. Fresas y ciruelas con helado de café. Tinto Viña Real crianza. Agua del Añarbe. Café, petit fours de Gasand.