Primera Escuela de Veterinaria

La Real Academia de Ciencias Veterinarias de España colocó hace unos días una placa conmemorativa en el lugar donde estuvo la primera Escuela de Veterinaria, en Madrid, precisamente donde ahora se ubica la actual Biblioteca Nacional, culminando la feliz idea de mis amigos académicos, el Dr. Moreno Fernández-Caparrós y el Dr. Salvador Velasco.

La Real Escuela de Veterinaria, primera de España, se inauguró en 1793 en el madrileño Paseo de Recoletos. Fueron los veterinarios militares Segismundo Malats Codina e Hipólito Estévez y Vallejo quienes la situaron en el primer gran eje viario de la ciudad y en el mayor exponente del conocimiento ilustrado con todos ellos: el Real Observatorio Astronómico; el Real Jardín Botánico; el Real Gabinete de Historia Natural –luego Museo Nacional del Prado–; el Real Colegio de Cirugía de San Carlos –hoy Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía–; la Real Fábrica de Platería Martínez; el Real Gabinete de Máquinas y, en uno de sus extremos, la Real Escuela de Veterinaria.

El arquitecto Francisco Sabatini proyectó y ejecutó la construcción, que contaba con un edificio principal, hospital, enfermerías, invernadero, granja, baños para caballos y una gran noria, con su correspondiente estanque, para abastecer de agua al gran espacio destinado a huerta. Llegó a ser un gran complejo docente veterinario.

En 1863, los veterinarios lo abandonaron para ser ocupado por el actual edificio del Museo Arqueológico y la Biblioteca Nacional de España.

Manuel Pimentel

Es ganadero, ingeniero agrónomo, abogado, editor –Grupo Almuzara–, ensayista y novelista de éxito y divulgador arqueólogo. Hizo una fugaz incursión en la política y fue, durante un año, ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, hasta que dimitió escandalizado. Ahora, además, es veterinario honorífico tras una feliz iniciativa de los colegas asturianos.

En sus palabras de agradecimiento recordó que los veterinarios no sólo cuidamos animales, sobre todo, cuidamos a las personas. Higia pecoris, salus populi: la higiene del ganado, la salud del pueblo, reza nuestro lema. Porque animales y personas; alimentación y sanidad, suponen el núcleo esencial de nuestra supervivencia.

Los veterinarios comenzamos nuestra andadura con la domesticación de algunas especies para su aprovechamiento como alimento y abrigo. La proteína animal permitió evolucionar a nuestro cerebro y resto del organismo. Sin esos aminoácidos esenciales que nos proporciona la carne, no habríamos evolucionado. Sin los que se encargaban de cuidar y curar a los animales, posiblemente tampoco.

Luego hemos transcurrido a lo largo de los últimos diez mil años, en paralelo con ellos, primero utilizándolos, además, en la guerra y en el transporte y, ahora, de compañía, deporte y ocio. Miles de años observándolos y cuidándolos, compartiendo techo y patologías y evitando que sus enfermedades nos afecten. Controlándolos desde el campo y la piscifactoría, el laboratorio, la clínica, la industria, la administración o la distribución, velamos por la alimentación y sanidad humanas.

Y vuelvo al nuevo colega Pimentel, que nos recordaba que los veterinarios, con su sudor y esfuerzo, no sólo llevan el pan, la carne y la salud a sus hijos, sino también a los hijos de todos los demás. Cierto, a la par que emotivo. Proclamo.

Volkswagen

Cerrará tres, de las diez, plantas que tiene en Alemania. Algo insólito. La sociedad alemana está aturdida. Miles de personas afectadas. Uno de los buques insignia del país está haciendo agua. Siempre les ocurría a los barcos de otros países, pero nunca a los suyos, si exceptuamos la tragedia del Wilhelm Gustloff, joya de la corona de Adolf Hitler hundido por los submarinos soviéticos en las gélidas aguas del mar Báltico junto con más de 9.000 personas, la mayoría niños y civiles, evacuados de Polonia.

El señor Volkswagen ha dicho que el cierre obedece a un drástico plan de ahorro de costes y a la competencia de los coches chinos. Y ha precisado que, en el capítulo de los costes, tiene especial relevancia el aumento en el precio de la energía, que se ha disparado después de las sanciones impuestas por EEUU y Europa a Rusia por la invasión de Ucrania. Aquí entra en juego la peligrosa Úrsula y su alocado seguidismo a la política exterior estadounidense. Era, y sigue siendo, un error estratégico colosal que Europa, que no tiene ni gas ni petróleo, se sumase a unas sanciones energéticas diseñadas por EEUU, con enormes reservas de combustibles.

Para colmo, tuvimos que tragarnos los discursos de Úrsula y su banda, alabando la genialidad de tal iniciativa y asegurando que Rusia se desmoronaría en cuestión de meses. Mentira podrida. Rusia no se ha desmoronado, pero Alemania se tambalea por tamaña genialidad.

Las tres plantas que cerrará la Volkswagen han sido alcanzadas por “fuego amigo”. Es decir, los misiles que Europa lanzó contra Rusia, como si fuesen un búmeran, han girado 180 grados y han impactado en el corazón europeo.

Una de las responsables más conspicuas de este drama es nuestra rubia de bote, pero que nadie espere que la emperatriz de Europa rinda cuentas de sus desastrosas decisiones. Volkswagen no es la única que está haciendo agua, pero eso no es el problema de Úrsula. Ella está para dar discursos llenos de lugares comunes y de planteamientos divorciados de la realidad, siempre alineada con Washington, aunque ello signifique la ruina de Europa.

Esa señora es un peligro para Europa y ha sido designada para otro periodo de cinco años. Y el ciudadano europeo ni se inmuta.

El problema de Volkswagen puede ser la punta del iceberg. Que no nos sorprenda si su iniciativa para reducir costos tiene seguidores en los próximos meses.

Me vuelvo a preguntar, ¿en manos de quiénes estamos?

Hoy domingo

Pochas de Abarzuza. Lengua en salsa de hongos. Mandarinas. Tinto crianza López de Haro. Agua del Añarbe. Café y txutxitos de Otaegui.