o hay semana ni ocasión que la derecha de este país, cada vez más mimetizada con la ultraderecha, no aproveche para demostrar que está en contra de cualquier avance social, en libertades o en derechos. Ni una sola. Como tampoco ni una sola vez la derecha navarra es capaz de desmarcarse de esta deriva, entregada como está al afán de diluirse ideológicamente, en fondo y forma, con el griterío de Vox.

Pero lo cierto es que esta pasada semana, pese al ruido y pese al empeño de algunas y algunos de apropiarse y envilecer el significado de la palabra libertad, ha sido una buena semana para los que de verdad creemos en ella. Porque hace más de 40 años que los españoles nos pusimos de acuerdo y asumimos que el derecho de huelga debía ser un derecho fundamental. Por eso se recogió como tal en la Constitución española. Y por eso los demócratas celebramos que el pasado jueves la mayoría absoluta del Congreso de los Diputados aprobó la derogación del artículo 315.3 del Código Penal, que contempla penas de hasta tres años de cárcel para los piquetes informativos en las huelgas. Una mayoría absoluta a la que, como cabía esperar, no se sumaron ni PP, ni C's, ni Vox ni UPN.

El compromiso con el ejercicio del derecho a huelga y la libertad sindical está en el ADN socialista. Y es así porque los sindicatos constituyen un pilar básico para la convivencia pacífica y democrática de nuestra sociedad. Sin embargo, los gobiernos de la derecha han aprovechado cualquier resquicio legal para limitar este derecho, para recortarlo. Así, utilizaron dicho artículo del código penal para criminalizar y acallar protestas legítimas de los sindicatos, especialmente cuando éstas proliferaban al calor de sus recortes en libertades y en derechos.

Las leyes se hacen para impartir justicia, no para aplicar castigos ejemplarizantes que amedrenten y coarten libertades constitucionales. Según nuestra jurisprudencia, los jueces y tribunales ya encuentran acomodo para las conductas más violentas en el artículo 172 del Código Penal. De ahí la importancia de derogar un artículo que fue usado por la derecha como herramienta de persecución y criminalización del ejercicio del derecho de huelga, que no es otra cosa que la herramienta básica de reivindicación.

Su derogación era una obligación. El derecho a la protesta es consustancial a la democracia, como consustancial es a la derecha votar en contra del progreso social. Lo han demostrado en cada ocasión que han tenido a lo largo de su historia, y esta semana volvieron a hacerlo tratando de igualar sindicalismo con delincuencia. Y, por si no fuera suficiente, por si a alguien le quedaba alguna duda, volvieron a evidenciarlo votando en el Senado en contra de la Ley de Eutanasia.

Pese a su enérgico rechazo, con argumentos todos propios de la extrema derecha, la ley seguirá adelante con su tramitación, volverá al Congreso y convertirá en derecho, que no en obligación, la muerte digna.

¿Cómo puede ser que las derechas, que se erigen en adalides de la libertad individual, se opongan a este derecho, a esta última voluntad? ¿A qué se refieren entonces cuando se llenan la boca con esa palabra? ¿Libertad para qué? ¿Para especular, para enriquecerse, para despedir?

La pregunta es cuánto tiempo pasará, una vez aprobada de forma definitiva, para que la derecha no solo acepte la norma, sino haga uso de ella y la abrace como propia. Porque esa es la dinámica que se ha repetido desde hace casi 40 años. Los progresistas presentamos en el Congreso leyes que permiten avances en derechos sociales, y la derecha pone en marcha toda su maquinaria retrógrada para rechazar esos progresos que, sin embargo, al cabo de los años, cuando ya disponen de un gran apoyo social, utiliza e incluso trata de asumir como propios.

Ahora es la eutanasia, pero antes lo fue el divorcio, el aborto, la ley de igualdad, el matrimonio entre personas del mismo sexo, la ley antitabaco€ Son demasiadas las veces que la derecha ha votado en contra del progreso social. Entonces no les hizo falta Vox, que vivía camuflado entre ellos. Y ahora, solo se dedican a bailar al ritmo que la ultraderecha les canta. La clave es, ¿hasta cuándo? ¿Hasta cuándo piensan seguir ustedes, señores de la derecha, dando la espalda al avance de la sociedad?

Diputado y secretario de Coordinación Territorial del PSOE