Alemania: el ejemplo a no seguir
¿Por qué Alemania ha pasado ser el país referente y el ejemplo a seguir en Europa a ocupar el último lugar de la lista de la UE?
El cambio de paradigma que se está produciendo en el mundo desde hace algunas décadas, sobre todo desde la crisis económica de 2008, está provocando que se estén produciendo de manera continuada acontecimientos y hechos que hace años hubieran creado situaciones de alarma y escándalo y hoy, por mor de la costumbre, los estamos observando con cierta indiferencia y displicencia.
Que el recién elegido canciller de Alemania, Friedrich Merz, haya dicho que “en este país tenemos que volver a trabajar más y, sobre todo, de forma más eficiente” pone de relieve hasta qué punto llega la gravedad de la situación económica del país germánico que ha dejado para los anaqueles de la historia lo que conocimos como el milagro alemán. Los alemanes son los europeos que menos trabajan con una media de 1.343 horas, según datos de la OCDE del año 2023, frente a las 1.632 que tienen los trabajadores en el Estado. Estos datos no tienen en cuenta la jornada reducida y los 30 días laborales de vacaciones. En definitiva, un gran problema de productividad.
El que hasta hace unos años era el país motor de Europa ha pasado a convertirse en el único de los miembros de la UE cuya economía se encuentra en una situación de total contracción, como consecuencia de la recesión que, en los últimos dos años y de manera consecutiva, ha experimentado con una caída del 0,2% de su PIB en el año 2024. El número de empresas que cerraron el año pasado fue el mayor de una serie histórica de 14 años, en concreto, desde la crisis de 2011.
Y el problema es que la debilidad que presenta la economía alemana tiene visos de permanecer a lo largo de todo este año, en donde se podría producir una fase de estancamiento, para que en el año 2026 iniciar la senda de la recuperación con un ligero crecimiento del 1%.
¿Por qué Alemania ha pasado ser el país referente y el ejemplo a seguir en Europa a ocupar el último lugar de la lista de la UE? Esta pérdida de competitividad de la economía alemana a nivel mundial tiene su punto de inflexión en la invasión rusa de Ucrania en 2022, lo que supuso el cese del suministro del gas ruso que significaba disponer de una fuente energética barata para abastecer a aquellas empresas con un alto consumo energético y, por consiguiente, tener que optar a una electricidad con unos precios muy elevados por la decisión de la excanciller Angela Merkel, de prescindir de las centrales nucleares.
A esa ventaja competitiva del exitoso modelo alemán de producir con energía barata, hay que añadir que los productos manufactureros que tenían reclamo en los mercados internacionales y que colocaban a la exportación como el gran eje en el que se basaba su economía han dejado de tener demanda en términos globales por su falta de adecuación a las nuevas realidades económicas.
Y todo ello, en un contexto de falta de diversificación económica y de apostar todo a una carta como es la industria automovilística, viviendo de referencias históricas de éxito ligadas a una tecnología que tiene fecha de caducidad, en vez de dirigir todos los esfuerzos en invertir en software y baterías eléctricas, como lo hicieron otros países que están invadiendo con sus productos el mercado europeo.
Otra clave a tener en cuenta es la falta de trabajadores y personal cualificado que debe ser suplida por una inmigración con un adecuado nivel de conocimiento, la necesidad de un aumento de la jornada laboral, así como la necesidad de reducir los incentivos a las jubilaciones anticipadas y la existencia de una sociedad cada vez más envejecida.
Si la referencia de Euskadi como país industrial ha tenido en Alemania su espejo a donde mirar para diseñar y desarrollar su política industrial, bueno será cambiar de orientación y tomar otra dirección en la brújula más dirigida hacia el Este asiático, donde existen varios países a tener en cuenta. Como dice el refrán: Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar.
La situación de incertidumbre en la que vivimos requiere de actuaciones urgentes y diversas en varios aspectos con el fin de que Euskadi se suba a ese nuevo tren que debe servir para que Europa vuelva a recuperar ese protagonismo mundial que tuvo en el pasado y que lo ha perdido por no haber sido capaz de ver lo que venía y engancharse a las nuevas tecnologías que han hecho un mundo cada vez más disruptivo y cambiante.
El plan industrial, presentado esta semana, con el que el Gobierno Vasco quiere movilizar 15.900 millones de euros con destino a inversiones en nuestro tejido productivo durante esta legislatura, –dentro de una estrategia de colaboración público-privada que tanto éxito ha tenido en nuestra reciente historia–, debe significar un punto de inflexión hacia un nuevo escenario industrial que poco tenga que ver con el actualmente existente. Debe replicar, salvando las distancias, el proceso vivido en este país en los años 90, en donde la industria siderúrgica pesada, los grandes astilleros, etc., dieron paso a sectores inexistentes hasta entonces como el aeronáutico, las energías renovables, automoción etc.
Sin olvidar de esos sectores, el foco habrá que situarlo en aquellos que ofrecen en estos momentos, un alto potencial de futuro como biosalud, ciberseguridad, seguridad, aerosespacial, inteligencia artificial, almacenamiento energético y combustibles renovables. Y ahí, Gipuzkoa se ha convertido en un modelo de innovación y un espejo al que mirarse desde una posición callada y muy al estilo de hacer del territorio que le va a convertir en este otoño, gracias a IBM, en un polo cuántico a nivel mundial tan relevante como los de Estados Unidos o Japón y que va a servir de soporte y herramienta para la reindustrialización de Europa.
De la misma forma, Multiverse Computing, la compañía tecnológica con sede en Donostia, líder en la computación cuántica, acaba de cerrar una ronda de inversión de 189 millones de euros, la mayor de una start up en Euskadi, y va camino de convertirse en un unicornio, es decir aquellas empresas emergentes e innovadoras que alcanzan una valoración de 1.000 millones de dólares o más, sin haber salido a Bolsa. Todo un éxito sin precedentes por estos lares que va a generar 300 nuevos empleos de muy alta cualificación. Por no hablar de Viralgen, uno de los mayores productores de vectores virales para uso de terapia génica del mundo, que va ampliar sus instalaciones con un nuevo edificio en Illunbe, en Donostia.
Y toda esta esperanzadora realidad que nos sitúa con base firme en lo que está ya siendo la economía del futuro ha sido posible sin un plan industrial de por medio elaborado por una consultoría privada sino por la conjunción y el engrase de todos los actores institucionales, económicos y financieros concernidos en torno a un mismo objetivo.
Se trata de dinamizar todas las estructuras operativas existentes en el tejido económico y productivo del país en pos de una misión determinada desde el liderazgo y acompañamiento institucional y la fluidez del día a día. A tenor de la experiencia y de los resultados, la organización de foros y eventos de esa naturaleza tienen más que ver con el marketing y la comunicación exterior que con la eficacia, hasta el punto de que, en algunos casos, desde su constitución, nunca más se ha sabido de su existencia. Se trata de no bajar la guardia e ir siempre con las luces largas.