A falta de conocer de manera fehaciente el impacto que la salida de la edición de este año del Tour de Euskadi ha tenido desde el punto de vista económico y de reputación de la marca país, lo cierto es que las tres etapas de la ronda ciclista francesa que han discurrido por los tres territorios vascos han contribuido de manera importante a consolidar y relanzar la imagen de este país a partir de unos valores, probablemente, desconocidos para la inmensa mayoría de los ciudadanos europeos que presenciaron la prueba a través de la televisión.

Solo la etapa que terminó en Donostia, concitó una audiencia en la televisión francesa de seis millones de espectadores, lo que supuso un 51% de share, cinco puntos más de la registrada en la primera etapa de la prueba gala que tuvo como salida y meta la capital bilbaína. Y eso en Francia, porque también en otras televisiones europeas se registraron audiencias significativas, como en Alemania con 1,3 millones de televidentes, a los que hay sumar los 800.000 de Bélgica y los 600.000 de Dinamarca.

Y todo ello ante el vergonzante silencio de la generalidad de los medios de comunicación españoles que, desde planteamientos retrógrados y jacobinos, han tratado la salida del Tour desde Euskadi como si la Grand Depart hubiera sido en Finlandia. En algunos medios trataron el evento como un escaparate del nacionalismo vasco, porque no se invitó al Rey Felipe VI, ni al presidente en funciones del Gobierno español, Pedro Sánchez. Se han leído expresiones como que el comienzo del tercer evento deportivo más importante del mundo ha sido un “akelarre de ikurriñas” o afirmaciones tan despectivas por parte de una parlamentaria ultraderechista que se han referido al acontecimiento como un “Aberri Eguna de verano”.

La pregunta que hay que hacerse es que hubiera pasado si la salida del Tour se hubiera producido en la Gran Vía de Madrid. ¿Los medios de comunicación españoles hubieran reaccionado igual? ¿Nadie habría ido a animar a los ciclistas con banderas rojigualdas por las calles de Madrid? ¿Hubiera habido alguna reacción en otros puntos del Estado porque los aficionados se echasen a las carreteras con los símbolos que considerasen oportunos? Rotundamente, no.

Un ejemplo más de la intolerancia y de la falta de respeto a las realidades diferenciadas que cohabitan en el Estado español y que son menospreciadas en cualquier circunstancia y excusa por aquellos que plantean la convivencia política y ciudadana desde planteamientos radiales y egocéntricos.

Afortunadamente, los casi 900.000 vascos que se echaron a la calle para animar a los ciclistas del Tour en su recorrido por Euskadi obviaron esa realidad para lanzar al exterior la imagen de un país entusiasta, alegre, innovador, comprometido y el mejor reflejo de la excelencia en la organización de eventos. Unos aspectos que han llamado la atención de manera muy positiva desde los organizadores del Tour hasta los propios ciclistas.

El hecho de que, durante estos tres días, Euskadi haya aparecido en las televisiones de todo el mundo no en un spot de 20 segundos, sino durante las cinco horas de retransmisión en directo que duran las etapas del Tour, ha supuesto una revalorización de la notoriedad de la marca Euskadi que no debe circunscribirse solo al turismo, sino también debe de servir para reforzar la proyección exterior de nuestras empresas y, por ende, de nuestra economía.

El acontecimiento ha significado una mayor reputación de la marca Euskadi desde parámetros de profundidad y mayor conocimiento sobre la realidad de nuestro país con una imagen más actualizada y acorde con los tiempos en que vivimos.

Se estima, según las primeras impresiones y a la espera de datos más consistentes, ya que hay metodología más que probada para realizar el cálculo, que el impacto económico del Tour puede superar los 100 millones de euros, sin contar los 12 millones de inversión previa realizada por las instituciones vascas en sus tres niveles. El referente puede ser la ciudad alemana de Düsseldorf, que fue el escenario de la Grand Depart del Tour en 2017 y que cuantificó el impacto económico de ese evento en 30 millones de euros.

Ni qué decir tiene que ser escenario de tres primeras etapas del Tour en un mismo país tiene entre sus principales beneficiarios al sector del turismo, que en Euskadi va ganando terreno en el PIB hasta representar el 6% del total. En este sentido, Gipuzkoa sigue siendo el territorio donde el turismo ejerce un mayor efecto tractor en la economía, pese al creciente protagonismo de Bizkaia y de Araba. Así, el gasto turístico representa en Gipuzkoa, el 7,6% de su PIB, mientras que en Bizkaia está en el 5,4% y en Álava, en el 5,1%.

Esa realidad se confirma por el hecho de que Donostia se mantiene como el cuarto destino urbano del Estado por detrás de Madrid, Barcelona y Valencia, subiendo su cuota en 2,5 puntos en el ránking del Monitor de Competitividad Turística de los Destinos Urbanos Españoles, elaborado por Exceltur, el lobby turístico estatal, el pasado mes de marzo. De las 22 ciudades analizadas, Bilbao ocupa el puesto octavo por detrás de Sevilla, Palma de Mallorca y Málaga.

Según este informe, mientras el precio medio por plaza turística en Donostia supone 62,5 euros, en Madrid baja a 47,9 euros, mientras que en Barcelona sube a los 57,2 euros, para descender en Valencia y alcanzar los 35,6 euros. En Bilbao, el precio medio ronda los 44,3 euros.

En lo que se refiere a la Comunidad Autónoma Vasca (CAV), Donostia ocupa un liderazgo incontestable respecto a las otras dos capitales vascas, ya que la actividad turística genera un impacto económico en la ciudad de 243,8 millones de euros, frente a los 178,1 millones de Bilbao y los 33,8 millones de Vitoria-Gasteiz, según el informe Ibiltur elaborado por Basque Tour y que analiza la actividad económica del pasado verano.

El hecho de que el 66% de los turistas que llegan a la capital donostiarra sean extranjeros hace que el gasto total por persona alcance los 975,1 euros, que en términos de persona y día asciende a los 204,7 euros. En Bilbao, donde la cuota del turismo internacional es del 58%, el gasto total por persona baja a los 583,2 euros, que trasladado a parámetros de persona y día supone 158,1 euros. En Vitoria-Gasteiz, esos indicadores en lo que representa la presencia de turismo internacional supone una cuota del 32%, en tanto el gasto total por persona se sitúa en 386 euros, mientras el referido a persona y día significa la cifra de 122,1 euros.

Por otra parte, este orgullo de nuestra idiosincrasia vasca y esa energía entusiasta de los ciudadanos, que ha tenido en el Tour su mejor plataforma internacional de expresión, deberían de ser aprovechados para impulsar una transformación del modelo de desarrollo social que necesita este país. Hace varias décadas, la disyuntiva era clara: transformase o morir como sociedad. La pregunta que hay que hacerse hoy es si la sociedad vasca va a ser capaz de llevar esa transformación porque se prioriza la conservación del status quo, o si vamos a tener que esperar, como en el pasado, a una nueva crisis para reinventarnos. El escenario futuro es claro.