La capacidad exportadora de las empresas vascas es algo que está fuera de duda. A falta de datos de cierre del ejercicio y de contabilizar el mes de diciembre, en el año 2022 las exportaciones alcanzaron los 32.200 millones de euros hasta el mes de noviembre, con un crecimiento interanual del 20%, lo que anticipa que el récord anual alcanzado en 2018, con 25.778 millones, se va a ver superado de manera importante

El buen nivel de la cartera de pedidos con que las empresas vascas en conjunto han iniciado el año 2023, en algunos casos con cifras de récord histórico, ponen de relieve la necesidad de afianzar de una manera muy importante la competitividad de nuestras compañías en un entorno internacional cada vez más interconectado y más marcado por la geopolítica y la geoestrategia mundial.

En un entorno internacional donde el peso de la geopolítica es cada vez más determinante, tal y como lo estamos viendo con la invasión rusa de Ucrania, que ha dado lugar a una confrontación de gran calibre entre Europa y Estados Unidos con Rusia, a lo que hay que añadir el deterioro de la cadena de suministro y el alza de precios de las materias primas y los componentes, lo que ha provocado importantes focos de riesgo económico para las compañías internacionalizadas, la diplomacia empresarial se convierte en una palanca esencial en la defensa de sus intereses.

La diplomacia empresarial parte de un proceso de influencia en los actores institucionales, legislativos y económicos de un país a la hora de posicionar y defender los intereses de las empresas en un entorno internacional donde las variables no económicas y estratégicas desde un plano político juegan un papel determinante. Con este instrumento se preserva la seguridad y la independencia de los negocios, la protección de los activos y la promoción de los intereses empresariales. Aunque pueda parecer que la diplomacia empresarial es un instrumento de dirección estratégica que solo puede servir a las empresas multinacionales para gestionar la incertidumbre geopolítica y los cambios regulatorios en los mercados, a través de su reputación y poder de influencia, sin embargo, puede considerarse como una herramienta imprescindible en aquellas empresas que operan en los mercados internacionales. Y en este contexto, Euskadi tiene un potente tejido empresarial muy internacionalizado.

Este es el caso de las empresas vascas líderes en nichos de mercado internacionales, de las que tres cuartas partes de ellas ocupan la primera posición de su actividad en todo el mundo, donde todavía el concepto de diplomacia empresarial no está lo suficientemente arraigado como debería.

Son los denominados “campeones ocultos”, es decir, aquellas empresas que producen componentes, productos intermedios, maquinaría y dispositivos para que otras compañías puedan fabricar sus productos finales. Por ese motivo son unas empresas absolutamente desconocidas para el público en general, ya que no son fabricantes de productos de gran consumo, ni de otros con carácter más restringido como pueden ser automóviles, electrodomésticos, aparatos tecnológicos, etc.

Según un estudio realizado hace casi dos años por el investigador de Orkestra-Instituto Vasco de Competitividad Bart Kamp, que es el mayor experto en el conocimiento de este tipo de empresas y el que trajo este concepto a nuestro país, algunos de estos “campeones ocultos” que utilizaban la diplomacia empresarial daban valor a esta herramienta a la hora de salvaguardar su liderazgo ante los cambios regulatorios que se producen en los países donde realizan su actividad. En este sentido, el poder de influencia a la hora de fijar las nuevas normativas era determinante para defender sus intereses en esos mercados.

Este hecho pone de relieve que la diplomacia empresarial no guarda ninguna relación con el tamaño de las empresas, ni es algo privativo de las multinacionales, sino que es también una palanca de oportunidad para asegurar y aumentar su competitividad, por lo que supone de instrumento para captar los recursos financieros suficientes para poner en marcha nuevos proyectos de crecimiento y expansión en nuevos mercados. En un tejido empresarial formado en gran parte por pymes como es el vasco, la formación de alianzas entre empresas o a partir de los clúster sectoriales existentes pueden ser unas buenas alternativas para desarrollar una iniciativa de este tipo.

Una de las particularidades de la diplomacia empresarial es que, a través de sus empresas, se puede reforzar la reputación y la marca de un país, por lo que, a la inversa, puede ser un instrumento útil para captar inversiones del exterior en Euskadi en sectores estratégicos como el tecnológico, las biociencias y la movilidad, por citar algunas. Se trata de reforzar el posicionamiento de este país en esos sectores a nivel internacional, con lo que la red de oficinas que la Agencia Vasca de Internacionalización-Basque Trade and Investment –una sociedad pública del Gobierno Vasco integrada en la SPRI–, tiene por todo el mundo puede ser un magnífico soporte para desarrollar esa actividad captadora de inversiones extranjeras en Euskadi. Una red que se completará a corto plazo con la apertura de oficinas en Turquía e Italia.

Precisamente, la diplomacia empresarial, entre otros factores, ha hecho que en los últimos cuatro años un total de 72 compañías internacionales hayan decidido instalarse en Málaga, de las que 27 han sido en el pasado ejercicio, con una generación de puestos de trabajo que alcanza los 2.767 en ese periodo. La oferta que tiene Málaga al combinar un sólido ecosistema tecnológico y de investigación, fundamentalmente, en actividades de software, consultoría, finanzas y telecomunicaciones, junto a sus importantes niveles de calidad de vida, junto con una buena interconectividad aérea con el mundo, es lo que le ha convertido en el Silicon Valley estatal.

Mientras algunas empresas vascas internacionalizadas siguen ponderando las ventajas que ofrece poner en marcha una estrategia de diplomacia empresarial, resulta interesante saber que el máster de Relaciones Internacionales y Diplomacia Empresarial de la Universidad de Deusto, que fue instituido hace tres años, ha formado desde entonces a un total de 37 egresados, de los que casi la totalidad han encontrado su primer puesto de trabajo nada más terminar sus estudios, incluso en algún caso, sin contar con experiencia previa. Desde la ONU y la UE, pasando por oficinas comerciales en el extranjero a consultoras, grandes empresas vascas e instituciones públicas cuentan en sus equipos con personal formado en este máster.

Esta es una evidencia más de la necesidad de que este país pueda contar con una importante red de profesionales de la diplomacia empresarial que sepa defender, no solo los intereses de nuestras empresas en el exterior, sino servir también de puente y de posicionamiento de la marca país a la hora de atraer inversiones extranjeras a nuestro territorio. La diplomacia empresarial integra la capacidad de influir con la gestión de la reputación de las empresas en los mercados internacionales, lo que le convierte en una palanca de competitividad en un entorno mundial cada vez más determinado por la geopolítica y la geoestrategia de los países.