s de primero de Ventas no traicionar el principio que guía cualquier actividad comercial. Ese que dice que el cliente siempre tiene la razón. Lo de llamarle tonto no entra ni en el temario, porque nadie en su sano juicio contempla el insulto, público además, bajo ninguna circunstancia. Cuando además son millones los ofendidos y muchos de ellos por su precaria situación económica, la ofensa es al conjunto de la sociedad. El tema de la luz ya estaba caliente y el fuego que ha provocado Sánchez Galán con sus declaraciones no se apaga con un breve mensaje de apenas cinco líneas que trata de justificar lo dicho en el clima coloquial en el que se realizaron. Es posible que los consumidores seamos tontos en algún momento que otro. Por ejemplo, cuando esas grandes compañías llenan la letra pequeña de los contratos bancarios con condiciones jeroglíficas; cuando convierten en un calvario cambiar de empresa telefónica porque otra nos ofrece un precio mejor; o cuando se aprovechan de las personas mayores, las más vulnerables, para forzar que cambien de distribuidora eléctrica. Por no hablar del acoso telefónico con toda clase de ofertas de telefonía, seguros, gas, luz, etcétera. Es posible que en el alguna circunstancia u otra todos los clientes seamos tontos, pero lo que es seguro es que hace tiempo que nos sentimos desamparados por un mercado que solo nos ve como una naranja a la que exprimir hasta la última gota. Y ¡ojo!, que los tontos de hoy, los de la tarifa regulada, igual son los listos de mañana.