na señora que antes figuraba en la tele y ahora asoma la cabecita en las redes sociales la ha montado gorda (uy, perdón) por acusar a una marca de ropa deportiva de "hacer apología de enfermedades como la obesidad" por contratar a una modelo (una surfista hawaiana, para más señas) que no cumple con el estándar impuesto durante años de pasar hambre tres semanas para que se le marquen las costillas. Cree ella que es pegriloso (léase como el viral de Tik Tok, por favor) dar protagonismo a esta modelo en un anuncio de bañadores porque va a ser verlo y echar todos a correr (tonto el último) para que nos ceben de hamburguesas y patatas fritas, porque ella sabe que siempre quisimos ser como Piraña en la pandilla de Verano azul y que lo siguiente debería ser montar un referéndum para que borren a Obélix de los cómics de Astérix, divorciar al Gordo del Flaco y cambiar de una vez la literatura universal eliminando a Sancho Panza, por gordo. La criatura, en una generosa concesión, asegura que "por supuesto" que las mujeres como esta modelo "tienen derecho a vestirse" pero no a ser "ejemplo estético para otras mujeres" y lo menos que le han llamado es rubia. Ella ha pedido perdón con la boca pequeña mientras sube una y otra foto a Instagram para demostrar lo delgadísima que está y lo bien que quedaría en cámara en su vuelta a Sálvame.