ues como que sí, que esta vez voy a mostrar mi lado más oscuro, el políticamente incorrecto. Y lo siento, pero he aguantado dos meses de fotos en la playa, aplaudiendo y alegrándome del bien ajeno mientras aquí la txapela de nubes ni se movía. Me voy al sur, al sol. ¡Que os den! Ya está, ya he echado todo "pa fuera, pa la calle". A partir de ahora, en ese ansia de vendetta, solo espero que en estas lides bueno, del todo bueno, no haga. Me pueden llamar miserable, envidiosa o rastrera. Pero no me creo que entre ustedes no haya a quien, una vez se echa a la espalda cientos y cientos de kilómetros, no le de una interna satisfacción cuando al llamar a casa le responden: "Disfruta, que aquí no hace más que llover". Porque, me da igual si me lo reconocen o no, si esperas tres meses para irte y ya el resto de la cuadrilla está de vuelta, un poquito, aunque sea un poquito, te fastidia que tras semanas de lluvia cuando sales por la puerta empiece a hacer sol. ¡No, por favor! Que siga lloviendo (vale, solo unos días) porque las fotos no lucen igual si todo el mundo -aquí, allá o en txikitistan- está disfrutando con la cervecita en la terraza. Cuidado, prometo borrar esta miserable Mesa de Redacción para que nadie me eche en cara mi falta de empatía. Así somos y así se lo contamos.