Que haya alcanzado la cima, conquistando el título copero 34 años después, y que haya vuelto a lograr el objetivo de la clasificación europea por segunda temporada consecutiva, siendo el campeón de los equipos terrenales, merece que se califique de extraordinaria la temporada firmada por la Real. Pero, lo más importante de todo, por encima de estos éxitos que hemos podido disfrutar desde la distancia por culpa de la pandemia del covid, es que el conjunto txuri-urdin ha evidenciado que no tiene techo. Esta camada de talentosos jóvenes salidos de Zubieta (con un Sanse, ya en Segunda, apretando), apoyados por la experiencia de hombres como Monreal, la exquisita calidad de Silva, la gran capacidad de Merino a la hora de tirar del carro y la facilidad anotadora de Isak, nos va a llevar a disfrutar aún más a los aficionados realistas. Este es el principio de una época gloriosa que recuerda a la que protagonizaron en su día Arconada, Zamora, López Ufarte, Satrústegui y compañía. Claro, salvando las distancias, porque ahora la Real compite contra gigantes multimillonarios que se ven capaces de crear una Superliga solo apta para privilegiados. Pero este equipo ya sabe cómo llegar a lo más alto y siente la confianza de poder repetirlo, ya sea en la Copa o en otra competición. ¿Por qué no en la Europa League?