n 2018 traje a este espacio el microrrelato de Monterroso para contarles que, efectivamente, al despertar, el dinosaurio seguía allí. Me refería, por supuesto, al fascismo hecho empresa que recibe paguitas y que, según le contó el domingo un neonazi arrepentido -o algo así- a Évole, está conformada por otros neonazis. Qué chorprecha. Mis temores de entonces se han cumplido: el dinosaurio nos ha devorado a todos. Hemos visto cómo nos comía un pie, luego las dos piernas, hasta que no han quedado ni las orejas. Mientras nos engullía se lo hemos contado en alta definición: ¡Mirad con qué gracejo se aferra a la casquería! Que nos parezca tronchante que un tipo que no ha currado en su vida no sepa cómo funciona el voto por correo lo único que demuestra es que seguimos sin entender nada. La incompetencia, el desconocimiento, la prepotencia, la chulería o el barbarismo de sus propuestas no son características que se apunten en el debe electoral en un sistema que ya no funciona con la razón. Quien así lo piense se vuelve a situar en esa torre de marfil en la que viven los que, aunque siempre tienen razón, pierden una y otra vez. "Si te llaman fascista es que estás en el lado bueno de la historia" solo se puede combatir ya de una manera: amordazando al dinosaurio hasta que muera de inanición.