o de la inmunidad de los altos dirigentes de los estados es algo que nunca he entendido. Sobre todo de los que la disfrutan una vez finalizado su mandato. Esa capacidad de estar por encima del bien y del mal sin temor a ser juzgados€ Un privilegio del que gozará Vladímir Putin tras promulgar en Rusia una ley que le garantizará esta inmunidad de la que hablo cuando abandone el Kremlin. Así, el máximo mandatario ruso no podrá ser perseguido judicialmente después de dejar su actual cargo; o, lo que es lo mismo, los expresidentes se librarán de ser juzgados tanto administrativa como penalmente, de manera que evitarán ser interrogados, registrados o detenidos, pero no solo por los actos cometidos durante su legislatura, sino también por las causas vinculadas a hechos anteriores y posteriores a su gobierno. Lo que viene a llamarse campar a sus anchas allá por donde vayan. Pero, bueno, más cerca hay alguno que se ha buscado cobijo en Abu Dabi en vista de la que le iba a caer, y parece que ni tiene pensado regresar a su casa para no tener que rendir cuentas, mientras que su propio hijo pasara de puntillas a la hora de referirse a su más que reprobable conducta el día en el que da su discurso (por llamarlo de alguna manera). Lo que estaba diciendo... otro que se siente impune. Y así nos va.