enía yo a confesar, para ser señalado con el dedo por cierta élite, y a decir que sí, que tengo que ir al médico, que estoy loco. No estoy solo, somos legión y, además, tenemos la malsana costumbre de juntarnos. Ya lo decía una conocida: proyectamos fuerzas gravitatorias que atraen aquello que es similar a nosotros. Por lo tanto, si estás como un silbo, le molas a la peña a la que le faltan tantos tornillos como a ti. Es decir, si te gusta Star Wars o Indiana Jones, aunque seas un adulto, es normal que tengas buen feeling con quien sepa que la mejor respuesta a un "Te quiero" es un "Lo sé" o con quien conozca que Indiana era el nombre del perro de Henry Jones Jr. El cineasta Albert Serra no se quiere relacionar con gentuza a la que le haya emocionado saber que Disney va a producir diez series y películas en una galaxia muy, muy lejana, al tiempo que busca arreglar el desaguisado de la cuarta parte de las aventuras del arqueólogo con ofidiofobia. Serra afirma que si tienes más de 18 y te gustan estas "estupideces", tienes un problema, que pases por el doctor cabeza. Lo hace desde la superioridad moral que parece otorgar la autoría en clave onanista, intentando revivir un debate que huele a muerto: el de la alta y baja cultura. A Serra no le hacen falta otros locos, está muy bien en la jaula de oro de Versalles en la que vive.