i Leo Messi estornuda, tiembla todo el planeta fútbol. El burofax que el astro argentino envió al FC Barcelona, indicando que desea abandonar el club donde se formó como una estrella del balompié, hizo recomponer la agenda informativa de casi todos los medios de comunicación, sobre todo de los deportivos. El mejor futbolista de la historia, para muchos, no solo marca el paso de su equipo o de la directiva que lo gestiona, sino que además influye sobremanera en la Liga, que con su marcha perdería mucha fuerza a la hora de acaparar patrocinadores -como ya ocurrió con la estampida de Neymar-, o en el deporte en general al ser uno de sus grandes iconos. Messi, pese a su carácter apocado y a huir de cualquier protagonismo, representa ese ídolo con el que todo niño sueña llegar a ser. Pero, ojo, como cualquier humano, no es un dechado de virtudes y de vez en cuando se le escapa algún defecto, como el que, a mi juicio, exhibe con esta forma de querer marcharse de la entidad que le dio todo para llegar a ser lo que hoy en día es, uno de los más grandes. El modo en el que uno abandona su empresa, en este caso por la puerta de atrás, también puede determinar su carrera e incluso empañar su marca personal. Y una acción de estas puede significar el borrón que empañe la trayectoria de cualquier estrella.