Absténganse futurólogos y profetas. Nada más apropiado que rescatar la cita “solo sé que no sé nada” cuando se trate de adentrarse en el proceloso empeño de proyectar el día de mañana del nuevo tablero político. Humildad y contención. No es tiempo de certezas. Solo hay espacio para dudas y conjeturas. La realidad se diluye volátil. En un abrir y cerrar de ojos, inesperadamente Sánchez se queda sin Presupuestos cuando los acariciaba; Aragonès anticipa elecciones porque, sobre todo, le angustia la omnipresencia de Puigdemont; Ayuso se da una costalada mintiendo sobre los reconocidos delitos fiscales de su novio; y en la mayoría parlamentaria se miran unos a otros para preguntarse qué será de nosotros.

Sobre un terreno plagado de estiércol verbalizado por culpa de una animosidad enfermiza entre izquierda y derecha, que solo puede empeorar, se van a superponer tres elecciones en menos de dos meses. La excusa idónea para poner a cada uno en su sitio. Pero también la ocasión propicia para seguir contaminando el ambiente. Con el pecado original de la corrupción de saque y enardecidos por el ventilador permanente de la amnistía y sus efectos colaterales no hay resquicio para la sensatez ni el diálogo sostenido. Posiblemente no hay medicina para semejante desquicio porque unos y otros suponen que el pataleo renta. Escenas tan deplorables como las sufridas en el último pleno de control del Congreso deberían avergonzar a sus impulsores. Tampoco les preocupa. Ven sangre en las redes y así alimentan la carroña. Objetivo cumplido.

La estabilidad resulta una entelequia para los débiles. Bien lo sabe Pere Aragonès, perseguido por los fantasmas –sequía, Puigdemont, financiación, Colau…– desde que se rompió la coalición independentista por aquellos egoísmos irreconciliables que ahí siguen. Nada como un zarpazo a la realidad convocando elecciones cuanto antes y así sacudirse del agobio en río revuelto bajo el pretexto de unos Presupuestos rechazados. En pura esencia y sin rodeos, ERC teme como a un nublado al eurodiputado de Waterloo y trata de jugar con los tiempos de la aplicación de la amnistía para que no vuelva a ser cabeza de cartel.

Este llamamiento a las urnas revuelve el avispero del puente aéreo, pero, eso sí, Sánchez se libra del picotazo. La prórroga presupuestaria semeja un claro alivio. Le permite estirar la goma de su mandato negociando las Cuentas del próximo año. Neutraliza el gasto que conllevaban las exigencias sociales de quienes le apoyan. Y, sobremanera, se conjura para que Illa mantenga la racha triunfadora que fustigue a ese PP crecido hasta en las encuestas del CIS. No todos sus rivales tienen el camino tan despejado.

Catalunya sigue siendo un quebradero de cabeza para muchos, ciertamente, aunque en especial para el PP. Ante la nueva situación planteada para el 12-M, Feijóo aún libra su particular venganza contra el actual líder del PP catalán que le ha llegado a afear su política con los independentistas. En paralelo, Cuca Gamarra busca el entendimiento con Ciudadanos para rescatar ese granero de votos que apoyó al socialismo catalán cuando Arrimadas se desinfló.

Ahora bien, nadie duda de su crecimiento en las urnas. El proceso seguido para este perdón al procés le aportará un previsible crecimiento electoral desde ese sector social que asiste perplejo a las cesiones de Sánchez para asegurarse su presidencia y que desconfía del propagado efecto de la reconciliación. Las invocaciones de ERC en favor del referéndum como siguiente estación y de Junts por la independencia como objetivo alientan los temores sobre los que el PP basará sin desmayo la petición del voto.

Con todo, la atención mediática seguirá girando en torno a Puigdemont. Un día, a la espera de su candidatura. Otro, interpretando la decisión que haya tomado. Semanas y semanas, especulando sobre la fecha de su vuelta. Una campaña publicitaria asegurada a precio de saldo. Por el medio, la mayoría del PP en el Senado estrujando los recovecos más escondidos del reglamento para prolongar los plazos de su rechazo a la ley de amnistía. Nada comparable con los momentos estelares que aguardan todavía desde la vía judicial. La candente división de opiniones que provoca la interpretación de este polémico precepto aviva la incertidumbre sobre la suerte final que deparará especialmente al oráculo de Junts la resolución de sus cuentas pendientes. Su abogado ya ha encendido la mecha echando el órdago de que su cliente está dispuesto a ser detenido. Alguien igual le toma la palabra.