Autora de la versión canónica sobre la Transición española: Debo empezar manifestando que siento en el alma la pérdida de una personalidad poderosa como la suya y, en lo que me toca más de cerca, de una trastornada (como yo) del periodismo. Me postro de hinojos ante su legado, especialmente, aunque quizá hoy no llame tanto la atención, por las narices que le echó para hacerse un hueco gigante en un mundo de hombretones rezumantes de testosterona y sol y sombra. En ese ecosistema hostil, consiguió ser la elegida para elaborar el cuento de hadas del pacífico paso de una dictadura sanguinaria a una democracia resultona. Usted y yo sabemos que las cosas no fueron tan bonitas como las narró. Ya se lo reproché a la cara en su día, obteniendo por respuesta una sonrisa. Que la tierra le sea leve, admirada compañera.