Unir desuniendo – Cada minuto de la refriega en la zurda española te regala un sarcasmo. El penúltimo, que ya sería sólo el antepenúltimo a estas horas, es una frase de Pablo Iglesias. “Si no hay acuerdo entre Sumar y Podemos, yo creo que la gente nos corre a gorrazos”, sentenció ayer en TV3 quien lleva más de un año torpedeando esa unidad por tierra, mar y aire. La gracia es que sólo el día anterior, abogando por esa misma necesidad de juntarse, había dejado caer que un acuerdo del PSOE para ir con las fuerzas de izquierdas en varias circunscripciones sería “una hipótesis ganadora que podría recibir muchísima aceptación por parte de sectores que, históricamente, pueden haber sido muy críticos con el PSOE”. Traducido, que antes con Sánchez que con Díaz. En realidad, parole, parole, parole, como cantaba la inolvidable Mina. O, si prefieren otra banda sonora, ruido, mucho ruido, en la versión de Sabina. Porque la buena noticia para las decenas de miles de personas que desean entregar su voto a una opción de progreso más allá de Ferraz es que Iglesias ya no maneja esa barca.

Son lentejas – Ni Iglesias, ni Belarra, ni Montero, ni Echenique, ni la hija de Verstrynge, ni Pam, ni Monedero desde la vanguardia de la retaguardia. Mucho menos, los humillantemente derrotados en Madrid Alejandra Jacinto y Roberto Sotomayor. La iniciativa la lidera, y ya iba siendo hora, Yolanda Díaz. A la fuerza ahorcan, 24 horas después del abrupto anuncio del adelanto electoral, la ahora vicepresidenta española en funciones dio un paso adelante y se fue al registro a inscribir como partido político su plataforma bajo el peculiar nombre de Movimiento Sumar. No estamos ante un mero trámite burocrático, sino frente a un mensaje potente: mi partido, mis normas. Quien esté por la labor de acatarlas tendrá un lugar bajo el paraguas. Por supuesto, de buen rollo, tratando de no apabullar ni convertir en meros apéndices a las fuerzas que deseen adherirse, que a esta hora ya son unas cuantas. Pero dejando muy claro a las que se pongan tiquismiquis que son lentejas. O las toman o se arriesgan a ir por libre y con sus siglas, y que sea lo que las urnas quieran.

Lo menos malo – Planteadas así las cosas, y después de unas elecciones que han dejado a Podemos fuera de casi todas las instituciones a las que han concurrido bajo esa marca, no parece haber mucho de lo que discutir. A la formación morada le queda buscar la integración menos mala en la nave nodriza de Díaz. Aunque la lideresa seguro que tratará de ser generosa, eso implicará ocupar los puestos de las listas que buenamente les toquen. Y no hay más.