La emperatriz de Sol recibió ayer su título de Alumna ilustre de la Universidad Complutense en medio de un concierto de pitos y palabras gruesas. Todo un caramelo para la prensa de orden.

" Esa extrema izquierda se comporta como si los pasillos, los despachos y las aulas fueran de su propiedad"

Editorial de La Razón

«Circo» para embarrar el título a Ayuso” (ni idea del porqué de las comillas) clama La Razón en primera bajo una imagen de la presidenta agradeciendo el diploma. Como complemento, un editorial bajo el encabezado “La izquierda no es dueña de la Universidad”. El autor gasta prosa de alto octanaje: “Desde hace unos años, con la entrada en la escena de la izquierda antisistema, que ya anidaba y se ramificaba en específicos reductos de conocidas facultades, la intolerancia promovida por los grupos antisistema de los círculos podemitas, separatistas o bilduetarras ha estrechado las esferas de libertad y ha alterado la convivencia en el templo destinado a reivindicar y amparar el conocimiento y la convivencia. Esa extrema izquierda se comporta como si los pasillos, los despachos y las aulas fueran de su propiedad y el derecho de admisión se ejerciera en función de una voluntad arbitraria”.

"Vamos, chicos, si a poco que os dejen sois capaces de escribir Ayuso con ll y con h"

Pedro Narváez (La Razón)

El director del diario azulón, Francisco Marhuenda, se hace un auto-bis: “Es una minoría que grita mucho y trabaja poco. Es caldo de cultivo para las formaciones antisistema que están en contra de la libertad en la Universidad. Uno de sus objetivos es controlarla para que sea un instrumento político y condicionar el rectorado”. Tampoco es lo más punzante que ha escrito Marhuenda, así que llega Pedro Narváez en su auxilio: “Ni siquiera eso explica lo de la presidenta de Madrid en la universidad, ese nido ideológico donde en lugar de cruzarse la sabiduría con la inteligencia hacen guantes la ignorancia y la estupidez. Vamos, chicos, si a poco que os dejen sois capaces de escribir Ayuso con ll y con h, y aún así parece que sepan toda la estantería de Teoría Política. La universidad es en estos momentos el peor conductor de las ideas sensatas”.

En la portada de ABC, una nota de creatividad. “La intolerancia se matricula en la universidad”, es el titular sobre la imagen de la gresca a la llegada de Ayuso al acto. El editorialista remata la jugada: “El nerviosismo que evidencian este tipo de conductas permite preludiar el nuevo ciclo político que algunos intuyen como inevitable. Un ciclo en el que la algarada callejera intentará responder a un eventual fracaso electoral. La politización de espacios que deberían ser plurales o la demonización de quien piensa diferente no sólo son conductas reprobables sino que, además, resultan estratégicamente muy torpes”.

En Libertad Digital hay profusa información sobre el episodio, pero solo un columnero, Carmelo Jordá, escribe sobre el asunto. Su curiosa queja es que él paga la Universidad y no le gusta que en ella se incomode a la política por la que vota. Tal cual: “Da la casualidad de que en Madrid, por ejemplo, los que sufragamos la Complutense para que forme pésimamente a toneladas de estudiantes votamos masivamente a Ayuso y, por tanto, parece bastante difícil que este pequeño homenaje nos resulte una cosa tan ofensiva e indignante. A mí, si la izquierda quiere tener una universidad para ponerle el nombre de Almudena Grandes y nombrar doctor honoris causa a Oriol Junqueras, por ejemplo, me parece estupendo, pero no con mi dinero: que se la paguen ellos”.

Ayuso, alumna ilustre en su universidad entre insultos”, titula El Mundo en primera junto a una de las fotos de la presidenta madrileña saliendo del acto. Como el primer editorial es para los tanques Leopard, a ella le queda el segundo, casi de aliño: “Las asociaciones estudiantiles «anticapitalistas» que convocaron la protesta querían reventar la ceremonia, pero el dispositivo policial lo evitó. No es aceptable que el Gobierno justifique este intolerante ataque al pluralismo, ante el cual solo cabe la más enérgica condena”.

En El Debate, Mayte Alcaraz se pone nostálgica y proclama que esa no es la Universidad donde ella mismo estudió: “Era cuando a la facul se iba a estudiar para aprender, no a derribar gobiernos ni a intoxicar conciencias ni a imponer totalitarismo latinoamericano ni a aplicar el peor de los racismos: los que no son de izquierdas, fuera. Como se hizo ayer”.

También en el diario ultracatólico, Antonio R. Naranjo carga contra Elisa, la alumna premiada por su mejor expediente, que aprovechó su intervención para mostrar su disgusto por la distinción a Ayuso. Después del previsible “si esta es la mejor, ¿cómo será la peor?”, el columnero saca la garrota: “Ayuso, como Sánchez, es alumna ilustre de un país ágrafo que prefiere reprocharle el paro juvenil a la comunidad con menos desempleo de España que al presidente con más paro de jóvenes y de mujeres de Europa. Pero no se lo expliques a Elisa, alumna brillante, no sea que colapse al saber la verdad e interrumpa su meteórica carrera para ser reportera de La Sexta”.

El último entrecomillado es para la pieza de David Mejía en The Objective, que incluye una definición del diccionario de la RAE. Se lo juro: “El acto transcurrió con la tranquilidad a la que nos tiene acostumbrada la universidad cuando la visita la derecha: acoso, gritos, insultos, empujones, disturbios y antidisturbios. La particularidad de Ayuso es que además de «fascista» suelen gritarle «asesina». Sí, han leído bien: asesina (Asesinar: 1. tr. Matar a alguien con alevosía, ensañamiento o por una recompensa, DRAE)”.