Es bueno repasar de vez en cuando las vivencias del camino. Está plagado de momentos nuevos que nos pusieron a prueba en su día y nos abrieron el mundo de la experiencia. Para todo existe siempre una primera vez. Repasad el día en que pisamos un colegio, el que nos dejaron salir de noche más allá de las doce, el primer beso, el primer suspenso, el examen que copiamos, la primera barrabasada, el primer gol de Barrenetxea en Vallecas, los primeros huevos fritos que se nos rompieron en la sartén…. Lo que queráis, porque hay infinitos momentos.

Siempre hay una primera vez

No creo que llegara a veinte años cuando debuté como espectador en Vallecas. Jugaba la Real un domingo a las doce del mediodía que era el horario habitual del Rayo en los partidos de casa. Era un equipo plagado de jugadores referenciales como Potele, Felines, más bajitos que el sueldo base, Dueñas, Clarés y el entrenador Manolo Peñalva. Fui en metro y me confundí de parada. Bajé dos, antes de lo debido. En Puente de Vallecas. Desde ahí paseíto, pasando por Nueva Numancia, hasta Portazgo cuyas bocas salen a la altura del campo de fútbol. O sea que cuesta arriba por la avenida de la Albufera hasta llegar al estadio, que entonces estaba en proceso de remodelación.

El recorrido permitía descubrir tiendas y casas que hoy no existen. Desde bares tradicionales donde se ubicaban las sedes de las peñas de los equipos de fútbol madrileños, con freiduría de calamares y churros, hasta alguna tienda de ropa, pasando por casquerías, carnicerías, bancos, farmacia y un colegio o instituto. Los aficionados acudían con las bufandas que les identificaban. Animaban mucho, quizás más que ahora. No era fácil ganarles y creo que, aquel día al que me refiero, salimos de vacío. Luego, en posteriores visitas, ya en plan profesional, he vivido todo tipo de situaciones. Incluso una goleada en contra, con Toshack en el banquillo y un apagón de la iluminación artificial, de repente cuando el partido llegaba a su fin.

Quienes han jugado en ese campo saben que se dan pocas facilidades. Los locales tienen cogidas las medidas a los espacios, plantean una forma de jugar que no resulta cómoda para el oponente. Te buscan y muchas veces te encuentran para montarte pollito. Se hacen fuertes ante su gente y si les quieres ganar debes saber sufrir y esperar. Disponen, creo, del presupuesto más bajo de Primera, pero su respuesta deportiva no corresponde a esa escaleta. Hoy, en el banquillo, cuentan con un guipuzcoano de Usurbil como técnico principal. Andoni Iraola es el actual responsable del juego, de los resultados, de la clasificación y de los fichajes, supongo.

Imanol se sabía la lección al dedillo, mejor que el catecismo del Padre Astete, pero eso no significa que vayas a ganar así como así. Dado el panorama de pocas altas y muchas bajas en el plantel, con el calendario a rebosar y con las ganas de no perder paso en la clasificación, el partido se convertía en otra prueba de fuego para la capacidad de resistencia de los realistas. Una vez conocido el sorteo de Copa, el victorioso partido de ayer se convertía en el primer ocho mil del particular Himalaya que nos esperaba. Con muy pocos días de diferencia, nos miraban de frente tres enormes monstruos, cada cual con más ganas de devorarnos.

El primero no pudo, porque se encontró con un rival nada blanguende. Antes bien, fuerte y convencido de su suerte mostró poderío. Con un par de zarpazos orientó el partido hacia un final feliz con dos goles bastante seguidos. En el primero, David Silva porfió por un balón que aprovechó Sorloth para agrandar su racha y ponerse a la altura de los históricos. El segundo, en una jugada de estrategia. ¡Cuántas veces nos hemos quejado en el camino! Todo salió redondo, una pantalla antes del taconazo sublime de Elustondo, como si quisiera honrar a La Faraona en su centenario. El balón llegó al segundo poste donde esperaba un chico joven, sumido en el silencio de un inacabable calvario de idas y venidas, sin luces al final del túnel durante los muchos meses que vivió alejado del mundanal ruido. Se emocionó lo suficiente mientras celebraba el acierto de su remate. El míster le eligió como titular, al igual que a Illarra o Marín. Todos le respondieron. Llegó la novena victoria consecutiva por primera vez en la historia. Otra puerta “a cero”. Ninguna tarjeta y ni una línea en contra del trencilla. ¡Siempre hay una primera vez!

Apunte con brillantina: Con la rasca que zumba sin desmayo, la próxima factura de la luz nos va a salir a precio de angulas. Soy enemigo de poner la calefacción, pero esta vez he claudicado. Menos mal que cerca de casa hay una taberna que hace un caldo morrocotudo. Por tres euros, una hermosa taza con dos asas y una rebanada de pan para hacer sopitas o barquitos. Hay días de este semana que he tomado dos seguidos. ¡Ni tan mal!