as a estar un rato leyendo? pregunta mi hija desde su cama. Le respondo que sí aunque las persianas de mis ojos estén ya bajando. Desde que nació le ha costado dormir. Solo espero que no le cueste soñar, sobre todo despierta, y que desee superar sus retos. Eso le quitará, curiosamente, horas de sueño porque siendo mujer, no lo tendrá fácil. Hace unos días el Eustat nos decía que Euskadi alcanzaba 71 puntos (Gipuzkoa 72,5), en un índice en el que 100 refleja la igualdad total entre mujeres y hombres. Es un notable y mantiene su tendencia ascendente. Sin embargo, de los 31 indicadores con los que a nivel UE cada país o región construye el índice, en nuestro caso, la peor nota, 58 puntos, la obtenemos en la dimensión poder. Aprobado y justito, pues en poder económico concretamente, suspendemos. Así que, además de soñar, a Maren le tendrá que gustar luchar.

Todo ello cuando mi hija me dijo que quería un libro que se titulaba Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes. Mi primera reacción fue de precaución. A ver qué era eso de rebeldía porque nuestra Maren, ya la trae de serie. Un pensamiento de padre machista protector porque con Martín, su hermano, no lo hubiese pensado. Afortunadamente, busqué información y rápidamente salí a comprarlo. No creo que se pueda regalar mejor libro a una niña de once años. Recoge mini biografías de 100 mujeres extraordinarias que soñaron y lucharon, adornadas con unos dibujos muy atractivos. Maren lo está devorando durante el día para compartir sus preguntas conmigo por la noche. Ayer me dijo: "¿Qué es eso de ser independiente?". Le respondí releyéndole parte del prólogo: "Soñad en grande, aspirad a más, luchad con fuerza. Y, ante todo, recordad: tenéis razón". Hoy escribo en mi agenda: próximo paso, que lo lea su hermano Martín, y yo mismo, para que los hombres también soñemos con compartir el mundo con niñas rebeldes.