pido permiso para generalizar, a sabiendas de que es una licencia demasiadas veces arbitraria pero que a veces sirve para una intención ejemplarizante. Los italianos -en genérico, por supuesto- están ya bastante habituados a la ineficacia de sus políticos; 75 gobiernos desde 1948 son razón suficiente para la desconfianza y no es, por tanto, extraño que señalen a su Gobierno como responsable de cualquier desastre y hasta de cualquier contrariedad. La consigna “¿Piove? ¡Porco Governo!” es la síntesis del cansancio atávico y el escepticismo ante la eficacia gubernamental. “¿Llueve? ¡Maldito Gobierno!”. Aquí, no se trata de una denuncia recurrente basada en la desconfianza o el hartazgo, sino de una oportunidad espléndida para sacar provecho político de la desgracia ajena.

Por supuesto, en otro contexto y con otras intenciones, se comprueba que culpar al Gobierno -en este caso al presidido por Iñigo Urkullu- de una grave circunstancia sobrevenida, es la primera reacción de sus adversarios políticos. Y, no nos engañemos, en la práctica política que ahora vivimos, todos los hacen. El más mínimo error, el más insignificante perjuicio, es inmediatamente blandido para la refriega política por los adversarios. Puede imaginarse el filón para el aprovechamiento político que significa la catástrofe de Zaldibar con sus terribles circunstancias, aunque a día de hoy no esté determinado que se haya debido a irregularidades, o a un desgraciado accidente, o a ambas cosas a la vez.

La casualidad ha propiciado que el desprendimiento de las tierras del vertedero se haya solapado con el anuncio del adelanto electoral y, en esa práctica habitual de hostigar al adversario, era de esperar una reacción despiadada para desgastar al Ejecutivo. Se ha derrumbado un vertedero, dos personas permanecen aún sepultadas en el derrumbe, la presencia de amianto dificulta los trabajos para su recuperación, las fugas de metano provocan continuos incendios? ¡Porco Governo! Con este grave accidente a las puertas de una campaña electoral le ha tocado la lotería a la oposición, e insisto en que el aprovechamiento de la desgracia hubiera sido igualmente utilizado fuera quien fuese el gobernante.

En circunstancias semejantes, de nada vale demostrar que se hubieran o no cumplido los controles o que la empresa responsable actuase o no con negligencia la oposición seguirá señalando con el dedo al Gobierno, insistirá en que se ha ocultado información, en que el agua y el aire de la zona están contaminados, en que los cuerpos de los dos trabajadores sepultados siguen bajo los escombros, y alentarán movilizaciones en la calle, comparecencias públicas y una presión continuada incluso con ataque directo a sedes y locales del PNV, que no decaiga. Es duro decirlo, pero me temo que habrá quienes desearían que esta situación de angustia se prolongase en el tiempo.

El acoso al lehendakari -más que al Gobierno- está siendo y va a ser implacable, porque en el fondo se sabe que es el adversario a batir, que dos legislaturas seguidas pueden haberle desgastado lo suficiente como para soportar una ofensiva que ya se preveía inclemente antes incluso de que el derrumbe del vertedero se la pusiera en bandeja.

En realidad, desconozco si la empresa Verter Reciclyng tenía todos los papeles en regla, si tenía permiso para tratar residuos tóxicos como el amianto, si contaba en plantilla con personal geólogo y biólogo como es preceptivo, en qué va a parar la investigación judicial sobre todas esas circunstancias. Desconozco también en qué fallaron los controles del Gobierno sobre ese vertedero o si los hubo. Mientras tanto, los cuerpos de los dos operarios siguen sin aparecer con lo que ello supone de drama para sus familias. Lo que sí está claro es que vuelven a aparecer los que miran más allá de la desgracia y se apresuran a sacar de ella réditos electorales convirtiendo a Zaldibar, un pueblo que ni contaba, en sede de mitin por el que todos los líderes políticos pasarán durante la campaña.

La catástrofe del vertedero de Zaldibar ha ocurrido aquí y ahora, en contexto electoral. Lo verdaderamente lamentable es que las actuales estrategias políticas aplican los mismos criterios y los mismos excesos, sea cual sea el Porco Governo que en cada momento presida este país.