abían transcurrido pocas horas desde su investidura cuando Pere Aragonès se encontró con el primer marrón de la legislatura. Los Mossos actuaron en un desahucio en Poble Sec ante varios representantes indignados de la CUP, lo que trajo consigo, además, la ocupación de la sede nacional de ERC por parte de miembros de la organización juvenil Arran.

El nuevo president ha pedido tiempo para implementar el modelo de actuación pactado, lo cual resulta absolutamente razonable, pero a nadie se oculta que se volverán a repetir escenas similares. Siempre habrá jueces que obliguen a actuar, siempre habrá manifestantes que rechacen la mediación, siempre habrá policías que se pasen de frenada. No nos engañemos: no existe en el mundo cuerpo policial -ni modelo policial- alguno del que no veamos actuaciones y escenas desagradables, incluso censurables.

Nos encontramos en el fondo ante un clásico de la política, y es que no es lo mismo predicar que dar trigo. Sirvió la expresión para aquellos que nos pusieron banderas rojigualdas en las instituciones tras décadas montando el pollo por el tema, sirve la expresión para quienes anunciaron con solemnidad inmediatas derogaciones de leyes aún vigentes y servirá también para quienes dicen poseer fórmulas mágicas para lidiar en negociados tan controvertidos como el policial, aunque nadie se aventure a detallar en qué consisten, al margen de apelaciones buenistas compartidas por todos, pero de escaso rédito práctico.

Empieza un nuevo ciclo en Catalunya y, como siempre, desde aquí estaremos muy atentos a lo que allá suceda, también en el espinoso ámbito policial. Tal vez lo que sigue le parezca al lector una boutade, pero tengo para mí que al consejero Josu Erkoreka le habrá hecho cierta ilusión que el Departamento de Interior pase allá a manos de ERC. Yo ya me entiendo.