La gran mayoría de hombres noshorrorizamos ante las noticias de asesinatosy abusos contra mujeres delas que diariamente tenemos noticia. Inclusodiría que para muchos es un problema socialde envergadura. No nos sentimos ajenos a él.No es un problema de ellas contra nosotros.Para nada. Es un problema de todos y todas.Por eso, los que así pensamos, no vemos similitudalguna entre nosotros y los hombresviolentos. Ellos son los “hombres malos”.
Nosotros, “los buenos”. Y además se nos reconocepositivamente por ello. La semana pasadaparticipé en una actividad en la que algunaspersonas expertas en estos temas trabajabanesta idea. Entendí que siendo positivoque tengamos esta actitud contraria a la violenciamachista, también podríamos estarcayendo en un efecto de autocomplacencia:yo soy “bueno”, luego serán “los malos” losque tendrán que cambiar. Creo que somosmuchos los que no vemos que los comportamientosviolentos de esos “hombres malos”se nutren de la misma educación y valoresque los de los “buenos”. No somos del todoconscientes que las formas de violenciamachista son eslabones de una misma espiral.Así que lo que esos “hombres malos”hacen se alimenta de micromachismos, deprivilegios y de acciones que no identificamoscomo generadores de desigualdad. Como nosrecordó uno de los expertos, “ser hombreduele pero compensa”.
Los tíos estamos muy perdidos. No sabemosqué es ser hombre o cómo serlo sin que ellosuponga un ataque a otras personas. Ahoraempiezo a saber que tengo bastante por revisarde mis valores y comportamientos. Séque, aunque fruto de esa revisión recibamucho a cambio, una sociedad más igualitarianos quitará también parte del poder quetenemos. Ahí está el reto. Comprometernoscon la causa de la igualdad por justicia y noporque compense. Todos, también “los buenos”,tenemos tarea por delante.