Hace tres años, durante la celebración de un título del Real Madrid en la Cibeles se produjeron 51 heridos y hubo cuatro detenidos. Fue una historia repetida porque no hay festejo sin altercados, ya sea en la capital del Reino o en la Fuente de Canaletas de Barcelona. No recuerdo que Isabel Díaz Ayuso hiciera entonces una comparación tan vomitiva como la que expresó este pasado lunes tras los incidentes que provocaron la cancelación del final de la Vuelta. “Muchos turistas tuvieron que salir corriendo por las calles de Madrid, dando una imagen de un Sarajevo en guerra”, dijo con su habitual tono frívolo. De una dirigente de este pelaje se espera cualquier exabrupto, pero comparar lo que sucedió el domingo en Madrid con el asedio que sufrió Sarajevo es banalizar la violencia hasta límites nauseabundos. Durante cuatro años, la ciudad bosnia padeció un hostigamiento brutal por parte del ejército serbio. Murieron 12.000 personas, hubo 50.000 heridos y todavía recordamos con horror las imágenes de francotiradores serbios matando a civiles que cruzaban la calle. Decía el lunes en este periódico Pablo Oñate, catedrático de Ciencia Política de la Universitat de València, que la comunicación política se ha convertido en un espectáculo. Deplorable espectáculo, habría que añadir.