No deja de ser significativo que al último a quien llamó Patxi López para comunicarle su decisión de presentarse como candidato a las primarias fuera a Pedro Sánchez. Y lo hizo minutos antes de que trascendiera a la prensa, cuando ya se habían dado por enterados el resto de los barones del PSOE, por supuesto Susana Díaz entre ellos. Evidentemente, el defenestrado secretario general y excandidato a la presidencia del Gobierno habrá interpretado esta demora deliberada como una traición, como una maniobra para cerrarle el paso en su intento de recuperar la secretaría general, más aún al enterarse de la espantada de algunos barones que le fueron fieles.
No puedo ocultar mi perplejidad, y la de muchos seguidores de la política vasca, ante la sobrevalorización que en España -digo del Ebro para abajo- se le otorga al de Portugalete. Auténtico chusquero de la política, experto buceador en el aparato primero del PSE y después del PSOE, Patxi López comenzó a levantar la cabeza tras urdir con sus centuriones (Ares, Pastor, etc.) la defenestración en 2002 del entonces secretario general del PSE, Nicolás Redondo Terreros. A partir de ese momento, ya como máxima autoridad en el socialismo vasco, el portugalujo dedicó toda su habilidad para rodearse de una guardia pretoriana de soportes fieles, y catapultarse después hacia la política de más altura que le promocionase en Madrid.
Buena parte de ese singular prestigio del que Patxi López goza fuera de Euskadi, le viene dada de su fugaz legislatura como lehendakari, lograda gracias a la exclusión fullera y forzada de una izquierda abertzale ausente del Parlamento de Gasteiz y al pacto con el PP, mil veces negado previamente. A López se le regaló el mérito mediático y político de haber desalojado al nacionalismo de Ajuria Enea, y el portugalujo fue considerado como el héroe, el paladín que venció al demonio Ibarretxe. Patxi López se creyó su propia leyenda, y hasta dejó caer que gracias a él ETA abandonó la lucha armada, cuando en realidad ni se enteró de lo que estaba cantado. El mito Patxi López cundió en España y nadie se paró a considerar que el único recuerdo que aquí se mantiene de su paso por la Lehendakaritza fue la exclusión de Nafarroa del mapa del tiempo, la retransmisión del discurso del rey en Navidad y el festivo 25 de octubre estatutario que se celebró tres años.
Ya en el trampolín, López no disimuló su ambición por medrar en Madrid, lejos del paisanaje vasco que le conoce demasiado bien, y tocó el cielo en la más alta cima de su carrera -por ahora- con su efímera presidencia de las Cortes españolas. Vino luego la debacle electoral que se llevó por delante la estabilidad interna del PSOE tras el golpe de estado de la Gestora, y en ese caos López anduvo entre fintas y disimulos, sin destacar demasiado en la refriega, jugando a asomarse y a desaparecer. Comenzó arrimándose al no es no en el momento en que esa era la doctrina marcada por la superioridad, entonces Pedro Sánchez, pero siempre con las antenas puestas en los que se definían como claudicantes, por si hubiera que recular. Y reculó, claro que reculó, como casi todos los aparateros que acabaron votando abstención y regalándole la presidencia a Mariano Rajoy. Patxi López, como siempre, con los fuertes del aparato.
Y pasado el trago, recompuesta la figura, bien medido el riesgo, surge Patxi de sus cenizas proponiéndose como candidato a la secretaría general del PSOE para el próximo congreso. De su mano, como podría esperarse, Rodolfo Ares, compañero de maniobras y trapisondas, Andoni Unzalu para escribirle los discursos, animosos y dispuestos a ocupar del despacho principal de Ferraz.
En una primera reacción, quién sabe si interesada, los medios hablaron de una tercera vía propuesta por López para resolver la pugna entre los dos extremos que personalizarían Susana Díaz y Pedro Sánchez. Sin embargo, meditada con mayor atención la decisión del portugalujo, puede comprobarse que la primera víctima ha sido Pedro Sánchez, que ve debilitada su opción como único contrincante de Susana Díaz. Buen trabajo, Patxi. Ha quedado tocado de ala el adversario más peligroso. Nadie se va a creer que Patxi López encabece ese movimiento de rebeldía contra la política del PP que salvaría al PSOE. Nadie va a creer que quien se abstuvo para que Rajoy lograse la presidencia va ahora a tumbarle los presupuestos.
No hay tercera vía. Patxi López va a ser fiel a la Gestora, de la misma manera que la Gestora fue fiel a Susana Díaz, que en definitiva es quien va a mandar en el PSOE aunque López llegue a secretario general, o gracias a ello. Porque Susana Díaz prefiere mandar a distancia desde su reino andaluz y a través de mamporrero, como pretendió hacerlo con Sánchez aunque le saliera respondón.
Patxi López no va a proponer ninguna tercera vía, a no ser que por ello se entienda la gran coalición PP/PSOE. Seguirá mandando la baronesa andaluza y él obedecerá, sin rebelarse como se rebeló Sánchez. Al PSOE solo le queda la esperanza de que sean los afiliados y simpatizantes los amotinados. Pero no lo van a tener fácil. El aparato siempre gana.