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Con el pie cambiado

Con el pie cambiado

el acuerdo que han alcanzado el Gobierno Vasco, Confebask y los sindicatos CCOO y UGT en el seno de la Mesa de Diálogo Social para impulsar la negociación colectiva en Euskadi y blindar los convenios vascos respecto de los estatales ha cogido con el pie cambiado y sin capacidad de reacción a la mayoría sindical vasca compuesta por ELA y LAB, que ha visto cómo la política de la confrontación sin ofrecer alternativas a cambio puede dar lugar a estructuras de respuestas totalmente desinfladas ante situaciones no previstas.

Utilizar de manera permanente las ruedas de prensa para lanzar un discurso de crítica y deslegitimación al adversario en sus diversas caracterizaciones como son los gobiernos, los empresarios y las fuerzas sindicales de obediencia estatal, despreciando cualquier iniciativa que se plantee, como es el caso de la Mesa de Diálogo Social, para no otorgarles carta de naturaleza y sin que, por el contrario, se vea un trabajo propositivo constructivo conduce a una situación de desmotivación de la afiliación.

Hoy sería impensable que tanto ELA como LAB propusieran la puesta en marcha de movilizaciones como las huelgas generales que convocaron en 2012 y 2013 como protesta por la reforma laboral y en defensa de los derechos sociales y laborales reforzando la especificidad vasca y que, a pesar de la gravedad de la situación de aquel momento, no contaron con un gran seguimiento.

Sobre todo cuando la disputa tiene como escenario la desaparición de un marco de negociación colectiva vasca por la reforma laboral de 2012 y el bloqueo que está teniendo la renovación de los convenios en la CAV que está facilitando el aumento del peso de los convenios de ámbito estatal, lo que supone que, por vez primera vez en la historia reciente, la media de las subidas salariales en el Estado estén por encima de las que se producen en Euskadi.

Según datos del Consejo de Relaciones Laborales (CRL), en el año 2015 el aumento salarial en Euskadi fue del 0,62% frente al 0,74% en el Estado, cuando cuatro años antes los trabajadores vascos tuvieron subidas del 3,16% frente al 2,29% de sus homólogos españoles. Como dato significativo hay que destacar que el 46% de los trabajadores vascos tienen su convenio pendiente de renovación, y el 18% o lo tiene decaído, o pendiente de recuperar.

Está claro que lo mejor para los trabajadores son los convenios de eficacia general que hay que proteger frente a los de ámbito estatal, pero ante una situación de desregulación de las relaciones laborales y de desprotección a la que se ven sometidos los trabajadores, es mejor contar con un convenio de eficacia limitada, puesto que pueden tener la posibilidad de adherirse o no al mismo.

No es la primera vez que convenios colectivos de eficacia limitada firmados por una minoría de la parte sindical representada en la mesa negociadora y contando con el rechazo de ELA han salido adelante porque los trabajadores, incluyendo a los afiliados del sindicato de Txiki Muñoz, han hecho oídos sordos a sus posiciones y se han adherido al nuevo acuerdo porque significaba un avance posibilista. Nadie en su sano juicio va a rechazar una subida salarial, por muy pequeña que sea, porque su sindicato se oponga, mientras que su compañero se beneficia del aumento solo por pertenecer a la central sindical que promueve el acuerdo.

El exsecretario general de LAB, Rafa Díez Usabiaga -que se encuentra injustamente preso en el penal de El Dueso (Cantabria) condenado, paradójicamente, por su trabajo en favor de la paz y la normalización de este país-, siempre ha defendido que al mismo tiempo que se rechaza una propuesta debe ser presentada otra como alternativa que dé lugar al debate para impedir que en un proceso dialéctico social puedan producirse imposiciones y, todo ello, dentro de una acumulación de fuerzas que tiene como marco la unidad de acción conjunta entre los sindicatos abertzales.

En un artículo que publica el monográfico Ikusmiran de este año de la Fundación IparHegoa de LAB, en donde se analiza la situación del sindicalismo vasco, Díez Usabiaga vuelve a ser claro en este aspecto. “La falta de alternativa, vertebrada a una batalla por el cambio político y social, provoca agotamiento de esa lucha resistencialista entrando el sindicalismo abertzale en un ciclo, donde el no dimensionamiento estratégico de la unidad de acción en negociación colectiva, modelo socioeconómico y marco político, ha agudizado la erosión de nuestra capacidad contractual en la empresa y sociedad en un contexto, señalando inicialmente, las transformaciones en las relaciones capital-trabajo, poder económico-político y sociedad. Una situación peligrosa, muy peligrosa, que necesita de adecuaciones específicas de cada organización sindical, pero, sobre todo, de una acción conjunta con perfil estratégico”.

¿Qué ha pasado para que en 17 meses los sindicatos ELA y LAB hayan pasado de valorar positivamente el nombramiento de Ángel Toña como consejero de Empleo y Asuntos Sociales a pedir de manera vehemente su dimisión por dar validez al acuerdo de la Mesa de Diálogo Social? Simplemente, que el profundo conocimiento que tiene del mundo de los sindicatos y de las relaciones laborales, ya que su carrera profesional la ha desarrollado, fundamentalmente, en este ámbito, lo ha puesto al servicio del objetivo político de sacar adelante la Mesa de Diálogo Social -hasta el punto de convertirla en un órgano permanente de interlocución de los agentes sociales con el Ejecutivo en materia sociolaboral-, prescindiendo de la situación de bloqueo en la que se hallan instalados ELA y LAB y en aras al interés general. Una situación que parece no formaba parte de las previsiones de estos dos sindicatos.

Y mientras en el terreno laboral se empiezan a producir movimientos, en el plano financiero Euskadi ha dado un gran paso adelante al contar a partir del próximo otoño con la mayor sociedad de garantía recíproca del Estado, con más de 1.000 millones de euros de riesgo vivo, el doble que la segunda que es Avalmadrid, y una capacidad de movilizar otros 1.000 millones de euros con destino a pymes, empresas de economía social, autónomos y emprendedores.

La nueva Elkargi, surgida de la fusión con Oinarri, significa un hito histórico para la economía vasca porque supone contar con un instrumento con un enorme músculo financiero, una solvencia más que notable, y una capacidad que le va a permitir buscar captar financiación en Europa a través del Banco Europeo de Inversiones (BEI).

El aumento tan impresionante de tamaño que va a tener la nueva Elkargi va a significar que las 12.000 empresas que son socias van a tener unas mejores condiciones financieras, ya que su nivel de interlocución se va a incrementar de manera importante ante un sector bancario más concentrado y, por ende, más impermeable a una mayor exposición al riesgo, a lo que hay que añadir nuevas líneas para las empresas de economía social, emprendedores e impulso a la innovación

Como bien dicen sus impulsores, entre los que destaca el director general de Elkargi, Marco Pineda, se trata de un proyecto de país que va a favorecer de manera importante a las empresas vascas. Por si hubiera sido poco, el haber conseguido materializar la fusión y conseguir crear la líder indiscutible y a gran distancia de las sociedades avalistas del Estado en tan solo 14 meses, Pineda se embarca en otro proyecto de país como es la reestructuración del sector siderúrgico vasco, tras la recuperación de Sidenor por parte de un grupo de ejecutivos del grupo acerístico vasco, después de diez años en manos de la brasileña Gerdau.

Con la puesta en marcha el próximo otoño de la nueva Elkargi, Pineda volverá a su antigua empresa -de la que salió como director financiero para ocupar la dirección general de la SGR-, atendiendo a los requerimientos del CEO de Sidenor, José Antonio Jainaga, que quiere contar con él para poner en marcha el relanzamiento del grupo siderúrgico vasco.

Otro importante reto para un hombre que se adelanta al futuro desde una visión tan clara que parece presente.