La Behobia-San Sebastián no consiste únicamente en correr los algo más de 20 kilómetros; tratar de superar tu marca, en el caso de que hayas participado anteriormente; o tomarte la prueba como una mera cuestión competitiva. La reina de las carreras populares también tiene un importante componente emocional y ambiental. De hecho, pocas pruebas deportivas existirán con tal nivel de animación, por no decir que no hay ninguna otra de tal magnitud, en el que la población en general, sin necesidad de ser aficionado al deporte, se vuelque con los que se deciden a correrla. Y no sólo esto...

Hay otro aspecto que trasciende de lo deportivo y que dota a esta carrera también de un cariz especial, único: la admirable exhibición de solidaridad. Lo que te empuja el publico que se amontona en las cuentas; la colaboración entre los propios corredores; y, cómo no, las pequeñas historias que se conocen cada año. Cómo la del médico runner que salvó la vida de un participante. Mientras practicaba uno de sus hobbies, en plena carrera, Rafa Pajares se dio cuenta de que un corredor necesitaba atención médica urgente y, sin pensarlo, acudió a socorrerle.

“De no haber intervenido de inmediato, el chico habría muerto”, le transmitieron desde el hospital. La organización le llamó después para agradecerle su intervención. No es para menos. Esta es la verdadera Behobia.