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Minutos de poder

a los más ingenuos de la localidad les habían engañado los de Podemos con la retahíla de que la casta por aquí, la casta por allí; y que nosotros sí que somos buenos y los demás una putrefacta muestra de lo que no hay que ser en política: falsos, corruptos y tramperos. Pues bien, la marcha de Juan Carlos Monedero de la dirección y estrategia de una formación en ciernes, que concita el apoyo de millón y medio de ciudadanos indignados por las causas, secuelas y demás zarandajas de esta crisis mafiosa y capitalista que nos azotan sin clemencia alguna. El rifirrafe en la cúpula de Podemos les ha vuelto de carne y sangre, les ha descubierto ante la Opinión Pública y Publicada que son humanos como los demás humanos, con vicios y virtudes compartidas por la humanidad entera, monda y lironda. En esta crisis de poderosos contrincantes ha brillado con voz propia esta frase cogida a vuela pluma, valen más cinco minutos de televisión que cualquier otra estrategia de comunicación y a fe que tienen razón los fieles a Pablo Iglesias, un personaje construido en los platós, en las calientes tertulias, en las intervenciones televisivas, siempre prestas a llegar al corazón de los votantes con la habilidad de un profesor en su cátedra universitaria, tal y como son las mayorías de quienes manejan este cotarro alborotado, que vive con incertidumbre las horas de campañas, tras el resultado poco clamoroso de las urnas andaluzas. Los salvadores de la patria se enfrentan en peleas intestinas, tácticas y estratégicas que hablan mucho de la similitud de comportamientos con otros, que han entendido menos el valor y función de la tele en la comunicación de masas, que Iglesias dominan con habilidad de joven y aventajado tahúr del Misisipi. Lo dijo Andy Warhol y lo practica Pablo Iglesias, cinco minutos de gloria en la tele son comunicativo oro molido.