Todo va bien
La factoría Mediaset utiliza Cuatro para experimentos, complementos y productos de baja estofa ligados a telerrealidad y dentro de su abanico de programas, ha plantado Todo va bien, en un intento de hacer frente al Intermedio del Wyoming, en una apuesta desesperada que conducen Edurne y Xabi Rodríguez con estilo desenfadado, pero con tufillo inconfundible de la casa, acompañados de un extenso elenco de colaboradores cortados todos ellos por similar patrón.
El espacio, colocado misteriosamente en el prime time del consumo televisivo, es un corral donde caben gallinas, capones y algún cabestro y con ritmo aparentemente moderno y brioso ocupan el tiempo entre las noticias y el programa-anzuelo de cada día.
La acumulación de personajes en el plató deriva en una especie de estación de metro, donde unos y otros pasan a velocidad de vértigo en modelo de mini entrevistas despachadas en hilera de famosos y famosillos.
La última en llegar a la oficina mediática ha sido una muchachilla que responde al nombre civil de Isabel Mateos y que ha adquirido notoriedad en los medios, por ser la mejor amiga del mentiroso Francisco Nicolás que sigue alimentado cadenas con embrollos, montajes y barullos, que nadie acaba de cortar por lo sano.
La indecorosamente llamada La Pechotes quiere hacer carrera en la tele y se sometió a la prueba del directo y no acabó de convencer ante las embestidas de Torito que buscaba sacar de quicio a la doncella con aspiraciones de artista. Una incorporación que aportará poca chicha al espacio y que durará mientras le proteja la sombra alargada de su amiguito del alma. Cosas del negocio moderno de la tele, que como Saturno se come a sus hijos en un santiamén. Paja seca para la hoguera de las vanidades sociales y el dinero fácil de la compra-venta del alma.