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Gorriti, Marqués de Saka y compañía

La presencia de animales en las fiestas es parte de nuestra cultura y varias ganaderías viven de ello

Gorriti, Marqués de Saka y compañía

el verano es para muchos, sinónimo de vacaciones, playa o monte, pero para muchos vascos es una inmejorable ocasión para conocer los pueblitos con motivo de sus fiestas patronales que, en muchos casos, coinciden con el periodo veraniego.

Personalmente, mi rincón veraniego es Armintza, barrio costero del municipio de Lemoiz, y una de las cosas que más me llamó la atención de mi segundo pueblo (el primero, como es normal, es Legorreta) es que es en barrios colindantes como en Urizar, en pueblos cercanos como Gorliz, etc., es habitual la inclusión del espectáculo de Gorriti en el transcurso de las fiestas patronales.

En dicho espectáculo el siempre genial Gorriti suele sacar sus pottokas para que los niños del entorno, muchos de ellos veraneantes del Gran Bilbao que no han tocado nunca un animal, se paseen encima de los pequeños caballos o en los burros; vean cómo canta su gallo Txulo y sufran un poco corriendo ante una vaquilla bien atada y guiada por el propio ganadero.

Este tipo de ganaderías han sido habituales en localidades como Zumaia, Deba, Mutriku, etc.; pueblos que acogen hierros como el del Marques de Saka (funcionando desde el año 1897), Gorriti, Zelai Luze, Albizu, Arno, etc., que crían sus bravos animales para que los niños, jóvenes y los menos jóvenes sigan con la tradición de correr y brincar, además de recibir algún golpe o cornada, ante los animales que son soltados bien en la propia calle o en plazas o hierbal acotado para la ocasión.

La costa guipuzcoana, y más concretamente estos pueblos colindantes con Bizkaia antes indicados, han sido tradicionalmente la cuna de ganaderías que se han orientado a atender las demandas lúdico-festivas de numerosos barrios y pueblos que programan en sus fiestas patronales eventos como sokamuturras, novilladas, paseos de pottokas, etc. y que, desgraciadamente, en mi humilde opinión, van a menos.

Este tipo de festejos, según observo, tienen más tirón en Bizkaia y Nafarroa que en la propia Gipuzkoa donde el desapego hacia los espectáculos animales, el alto coste de los seguros para organizar dichos eventos y la presión de determinados colectivos que denuncian el supuesto trato denigrante que se le da a los animales hace que, hoy en día, sean muy pocos los barrios o municipios que recojan corridas, sokamuturras, paseos de pottokas, etc. en sus programas festivos. Una pena.

Personalmente, creo que es una evidencia más del desapego de nuestra sociedad hacia el mundo rural, su cultura y tradiciones que, aun reconociendo que hay que evitar todos aquellos abusos denigratorios que en el pasado estimo pudieran haberse dado, son parte de nuestra cultura como pueblo y es por ello que, desde esta endeble atalaya a la que me asomo semanalmente, apelo a una progresiva recuperación de estas bravas tradiciones que, de paso, son el oxigeno para estas ganaderías que mantienen estoicamente la tradición.

En la sociedad hoy imperante parece que predomina el factor de la seguridad total y, por ello, ni los ayuntamientos o comisiones organizadoras se arriesgan a que ocurra ningún percance que pueda acarrear reclamación alguna ni los padres modernos ven (vemos) con buenos ojos aquellas actividades que puedan ocasionar el menor rasguño a nuestros hijos, que así alcanzan la edad adulta sin cicatrices y puntos que les recuerden que, de pequeños, jugaban con palos, piedras o corrían delante de alguna vaquilla. La seguridad total anula todo riesgo y diversión pero, visto lo visto, parece ser que es lo que la moderna sociedad demanda. Pero tenemos que reconocer que de tanto algodón tenemos a los niños y jóvenes hechos unos auténticos...

En este contexto de progresivo alejamiento entre la cara urbana y la rural que conforman, conjuntamente, la sociedad vasca, debemos situar la oportuna iniciativa de la organización agraria Enba y su jornada de puertas abiertas promocionada, apelando a la exitosa película, con el sugerente título de 8 caseríos vascos.

Dice el refrán que del roce nace el cariño y consecuentemente, ocho caseríos han decidido abrir las puertas de sus explotaciones para que los visitantes (familias, grupos de amigos, consumidores, etc.) puedan conocer de primera mano la realidad actual de estas explotaciones, su trabajo cotidiano y la forma de vida de estas ocho familias que sudan lo lindo para sacar adelante sus negocios.

El día 3 de Julio es la Jornada de Puertas Abiertas y con ello, estimados lectores, tienen la inmejorable oportunidad de acercarse al agro, erradicar prejuicios que pudieran tener sobre determinadas prácticas y de paso, degustar sus fantásticos productos. ¡Anímense!