DOLORES de Cospedal podría haber pasado a la historia como la portavoz de un partido que jamás dijo nada que no fuera negar la evidencia. Pero a la salida de su comparecencia en los juzgados donde intenta crujir a Bárcenas estuvo a punto de pasar a la historia por el clásico golpe contra un árbol por mirar a las cámaras. Lo cierto es que salió con mucha naturalidad del pequeño traspié. Y es que la vida de esta clase política dominante comienza a ser una repetición. Todos estos cospedales que dominan el cotarro parece como que se van a estampar contra una farola y nadie sabe cómo pero siempre acaban esquivándola; con lo que nos dejan con las ganas de reírnos. Esas malditas ganas de reír que producen los resbalones ajenos por esta vez estarían justificadas. Hasta el mismísimo Fofó las hubiera puesto si le hubieran mandado escribir el guion de esa farsa. Hablando de esto: hasta el mismo periódico francés Le Figaro critica el programa de TVE Entre todos. Lo califica como lo que es: "El programa de los pobres". Aquí el tema parece que gusta, salvo, claro está, a los profesionales de los servicios sociales que saben que esta problemática debería abandonar los platós de televisión para centrarse en la triste realidad. Que los que tengan que recurrir a pedir algo no tengan que pasar por la experiencia de tener que bailarles el agua a todos en el falso directo que este programa potencia. Y los que potencian buen rollo son los de la Academia de la TV. Le han dado un premio al talento a Vasile, pelillos a la mar, para así poder superar las dos décadas en las que a Telecinco se le ha castigado con merecimiento su característica manera de hacer televisión. Vasile insiste que no recogerá el premio. No le hace ninguna falta. Hace falta que se dé cuenta de que ya vale de usar a Belén Esteban como un títere. Por poner un solo ejemplo de su talento.
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