Candidato/a
Eran otros tiempos, y otras estrategias. El 26 de febrero de 1987 se celebraba en el Parlamento de Gasteiz un pleno de investidura en el que iban a presentar su candidatura a lehendakari José Antonio Ardanza, por el PNV, y por parte de Herri Batasuna un joven preso acusado de vinculación con ETA, Juan Carlos Ioldi que había sido incluido en las listas y obtenido cargo de parlamentario. La coalición abertzale, en aquel momento, había manifestado reiteradamente su menosprecio por las instituciones vascas y en especial por el que denominaba "el Parlamento vascongado". No obstante, en su estrategia desestabilizadora era frecuente la utilización más o menos arbitraria de esa institución a efectos de propaganda y aprovechamiento político.
La designación de Juan Carlos Ioldi, ataundarra de 24 años, como candidato a lehendakari cuadraba perfectamente con la forma de actuación de aquella HB de los años de plomo. Para empezar, se trataba de un parlamentario electo preso acusado de pertenencia a ETA, que podía legalmente ser presentado como candidato puesto que todavía no había sido juzgado. Una patata caliente para las instituciones españolas, que no podían impedir lo que sin duda se trataba de una provocación objetiva. Todo lo demás fue un clamoroso golpe de efecto que amplificó el discurso de la coalición abertzale, desde su traslado de la prisión a la Cámara hasta su saludo puño en alto desde la tribuna de oradores, un candidato en jersey y pantalón vaquero perseguido hasta la saciedad por cámaras y micrófonos de toda procedencia y condición.
Juan Carlos Ioldi leyó durante hora y media el discurso que le prepararon, con un contenido denso en el que pretendió desgranar la doctrina ideológica de HB y sus propuestas en materia económica, cultural y para la solución del conflicto vasco. Un discurso sin mayores novedades, muy de puertas adentro, para un acto puramente testimonial que el preso concluyó con un mensaje incendiario: "De la cárcel me traen y a la cárcel me llevan. No es un lugar recomendable, pero sí más digno que estas poltronas mezquinas".
El pleno siguió su curso, José Antonio Ardanza fue proclamado lehendakari y Ioldi volvió a prisión, eso sí, aclamado por los suyos y tras haber proporcionado a las bases de Herri Batasuna una inyección de moral y de orgullo que duraría tiempo. Pero aquello no fue más allá que un golpe de efecto que no resolvió ningunos de los problemas -fundamentalmente económicos- que acuciaban en ese momento a Euskadi, ni avanzó en la construcción nacional, ni consolidó a una HB sumida en la profunda crisis de la descomposición de HASI y en el vértigo peligroso de KAS como "Bloque Dirigente" o "Vanguardia Delegada". Nada menos.
Han pasado 25 años y el contexto es diferente, muy diferente. La izquierda abertzale continuó prodigando algunas excentricidades en su esporádica presencia institucional, hasta que en la nueva estrategia nacida en febrero de 2010 con el documento Zutik Euskal Herria se tomó la determinación de abandonar la estrategia político militar y participar como fuerza exclusivamente democrática en la contienda política. Por cierto, con el exitoso resultado que se ha podido comprobar en los sucesivos procesos electorales.
El día 12 de diciembre en el Parlamento Vasco volverá a repetirse un pleno de investidura con dos candidatos a lehendakari, mejor dicho, con un candidato, Iñigo Urkullu, por el PNV, y una candidata, Laura Mintegi, por la coalición Euskal Herria Bildu. Ambos representan al partido más votado y al primer partido de la oposición, respectivamente. Un duelo en el más normal funcionamiento de la institución, en el que Laura Mintegi no tiene ni de lejos la condición de excepcionalidad, ni de extravagancia, ni por supuesto de provocación que la que HB pretendió con Ioldi. Ello no obstante al previsible seguimiento mediático que obtendrá y en el que no se excluye ese punto de morbo que todavía acompaña a la izquierda abertzale.
Por tanto, en un acto institucional normal en el que no parece que se busque el golpe de efecto, será interesante comprobar qué tiene de alternativa real el discurso de investidura de Laura Mintegi, cuáles son sus propuestas para sacar al país de la profunda crisis económica, social y laboral en la que está sumido, cuál es el proyecto de sociedad que defiende, qué plantea para la consolidación de la paz, qué diferencia hay en su programa del presentado en 1987 por Juan Carlos Ioldi y qué está dispuesta a hacer desde la oposición. No obstante, no le va a ser fácil a Mintegi evitar que su opción a la investidura sea considerada como un acto de mera propaganda y no le faltarán alusiones a los 25 años transcurridos desde el discurso de su candidato predecesor.
En cualquier caso, la candidatura de Laura Mintegi es tan democrática como la de su oponente y para entenderla será necesario hacer abstracción de errores estratégicos pasados. A fin de cuentas, y si por fin la izquierda abertzale histórica (hegemónica en EH Bildu) ha decidido competir democráticamente, será importante escuchar con respeto y atención a su candidata.