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La calor

SI no fuera por la catadura escasamente democrática de algunos de los protagonistas, podría haberse culpado al calor de la serie de despropósitos con los que nos hemos sobresaltado esta semana. "La calor", según la literatura jurídica, ha pretendido ser a lo largo de la historia un atenuante ante los tribunales para más de una tropelía cometida por personajes del mundo de la delincuencia y la indignidad.

En plenos calores madrileños, un tal Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (CEPC) regaló al ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, una sabia resolución por la que el PP podría ciscarse en la vigente Ley Electoral sin más escrúpulos que su aprobación por el rodillo de la mayoría absoluta. El ministro Fernández, el Gobierno de Rajoy, el PP y sus satélites victimales y mediáticos, quieren a complacer a Antonio Basagoiti en su cruzada "para que los nacionalistas no gobiernen en Euskadi".

La simple lectura de los disparates paridos por el tal CEPC provocaría escalofríos de no ser por "la calor", que parece haberles ablandado las meninges. Porque es una locura y un atropello democrático pretender engordar el censo de Hegoalde sumándole el voto de los llamados "exiliados por la persecución y la amenaza". Añádase el desatino de las condiciones que los sabios han inventado para la prebenda:

1.- Haber estado empadronado en la CAV o Navarra durante al menos cinco años entre 1977 y 2011.

2.- Hacer constar que se vio obligado a cambiar de domicilio por "la presión de la violencia terrorista". Para certificarlo, el solicitante gozará de la presunción de credibilidad.

Podemos imaginar la peña de policías, guardias civiles o funcionarios estatales que fueron destinados a este país durante cinco años y se sintieron amenazados. Podemos sumar los que decidieron trasladar sus negocios por puro interés comercial, o por abaratar costes. Y, ya puestos, añadamos a los que se animaron voluntariamente a ejercer de amenazados para buscarse la vida en colectivos varios, tertulias o medios de comunicación. Que los hay.

En fin, un inmenso despropósito veraniego que dará que hablar y para el que, por si acaso, habrá que estar prevenidos.

"La calor" también, habrá que suponer, habrá influido en la decisión tomada por el diputado general de Gipuzkoa, Martin Garitano, de intercambiar cromos dentro de su propio staff. Como si de una broma pesada se tratase, Garitano ha sustituido a Juan Carlos Aldun-tzin, exdiputado de Medio Ambiente destituido tras haber recibido la censura de la mayoría de las Juntas Generales, por su propio jefe de Gabinete, Iñaki Errazkin. Luego, tomando la más alta institución de Gipuzkoa por el pito del sereno y apostando por la picaresca de taberna -de herriko taberna, mejor-, nombra al destituido Alduntzin como su jefe de Gabinete. Tanto monta, todo queda en casa y mira qué cara se les ha quedado.

En plena calorina, cuando aquí pintan bastos y hay que pararle los pies a ese Gobierno español desbocado y dispuesto a avasallar autogobiernos y derechos elementales, el supuesto paladín de la insumisión que gobierna la Diputación guipuzcoana se tienta la ropa y prefiere el brindis al sol. No se atreve a obedecer al Gobierno español y aplicar los recortes como el diputado general de Araba, Javier de Andrés; sería demasiado cante. No se atreve a poner pie en pared y anunciar el pase foral, como el diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao; sería seguidismo. Garitano pensó que quizá saldría del apuro demandando por elevación: o todos insumisos, o ya iremos viendo. Pretender "una respuesta de país", o sea, una insumisión a Madrid de Araba, o de Nafarroa (de Iparralde mejor no hablar, que en esto no cuenta), es lo más parecido a una evasiva, a un pretexto petulante para ocultar su total falta de criterio -de él o de los que le asesoran- sobre lo que hay que hacer-. De nuevo, aquello de que una cosa es predicar y otra dar trigo.

En este calentón, por si colaba, el lehendakari López anuncia con toda la trompetería la concesión de un crédito de 460 millones de euros por parte del Banco Europeo de Inversiones, que ya figuraban en los Presupuestos como endeudamiento. Vender dos veces la misma burra a golpe de propaganda.

Y siguiendo con la peligrosa influencia de los calores veraniegos, no quiero pasar por alto la desvergüenza de quienes reverencian a los muertos olvidándose de que les agredieron sin piedad mientras estuvieron vivos. Gregorio Peces Barba ha fallecido en plena canícula de vientos africanos. Personaje mitificado y hasta deificado por algunos, intocable "padre de la Constitución", demócrata ejerciente a pesar de su recalcitrante espíritu jacobino que le llevó a denostar a las reivindicaciones periféricas.

El calor, ese calor que perturba el buen sentido ha llevado a su capilla ardiente sorbiendo el falso moco de la pesadumbre oficial, a unos cuantos sinvergüenzas que atizaron a sus colectivos de víctimas en el breve tiempo que Peces Barba ejerció como Alto Comisionado para las Víctimas del Terrorismo. Dimitió del cargo después de haber sido insultado, humillado y calumniado por todos los apéndices mediáticos y victimeros que en aquellos años controlaban los mismos que ahora le enaltecieron en el tanatorio.

En fin, vaya semanita.