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Ya están todos

Quien tiene la llave calla, o despista, o marea la perdiz. Es el lehendakari López el que tiene la potestad de disolver el Parlamento y convocar elecciones, y bien que se encarga de dejarlo claro. Por evitar cualquier asomo de fracaso, va dando largas y adoctrina a sus comunicadores para que sigan proclamando que agotará la legislatura. Porque puede y porque Euskadi va bien. Dicho lo cual, lleva ya varias semanas en campaña dándole a todos los palos: en defensa del autogobierno, por si cae algún voto nacionalista despistado, o en arremetidas contra los recortes del Gobierno de Rajoy, por si se le trasvasa algún votante de la derecha cabreado.

Como prueba de que nadie le cree y todos los partidos se van preparando para unas elecciones adelantadas, ya se han dado a conocer los candidatos a lehendakari por parte de cada una de las fuerzas que van a competir. Unos lo han sido por elección de sus bases, otros por el dedo soberano de los aparatos correspondientes.

Por ser el último en su proclamación, comenzamos por Iñigo Urkullu, candidato del PNV elegido tras un complejo y prolongado proceso que culminó el pasado jueves con participación de las bases y dirigentes del partido. Entra Urkullu en la contienda con la ventaja de las encuestas, arma de doble filo que no suele ser del agrado de los políticos por lo que puede tener de excesos eufóricos y hasta de placidez desmotivadora. El candidato del PNV ya ha dejado claro que es necesario el cambio tras el descalabro de este trienio negro del pacto PSE-PP. Propone trabajo, pacto, honradez, profundización del autogobierno y gestión eficaz basada en un programa de relanzamiento económico y una reforma fiscal recientemente explicitada. Grandes consensos, grandes acuerdos en pacificación, en normalización y en recuperación del Estado de bienestar. Urkullu, superadas las iniciales impresiones de transitoriedad tras las crisis internas de hace ocho años, es ya un líder sólido que transmite a la mayoría serenidad, confianza y capacidad de sacar al país de la crisis.

Pocos días antes, el 3 de julio, EH Bildu dio a conocer la designación de la escritora y profesora de la UPV Laura Mintegi como candidata a la Lehendakaritza. No se ha conocido el proceso que ha llevado a esta designación y, por más que ella ha dejado caer que se ha producido por consenso de las distintas sensibilidades de la coalición, no han faltado señales de malestar en sectores de Aralar, Eusko Alkartasuna y Alternatiba, ya que Mintegi es persona vinculada históricamente a la izquierda abertzale más ortodoxa. No obstante, su condición de mujer y dedicada directamente a tareas culturales le proporciona una imagen acorde con los nuevos tiempos y, según los sondeos y las intenciones claras de sus portavoces, intentará disputar al PNV la hegemonía abertzale. Su programa, normalización política, derecho a decidir y justicia social quizá oculte la intención de cambio radical que viene asomándose en la gestión de Bildu que conocemos. La legalización de Sortu no va a sumar más a la actual acumulación de fuerzas, pero en la elaboración de las listas habrá menos sitio para los socios menores. Al tiempo.

La candidatura de Patxi López no se debe a ningún proceso interno, ni a primarias ni a secundarias. Simplemente, fue entronizado por el portavoz del PSE, José Antonio Pastor, al anunciar que el actual lehendakari no aspiraba a presidir el PSOE. Será el candidato a pesar de no haber superado un suspenso superlativo durante sus tres años largos de mandato en las reiteradas valoraciones demoscópicas. Sobre su programa electoral, se limita a ofrecer más de lo mismo; es decir, se pone a sí mismo y a los supuestos logros obtenidos en sus años de gobierno como ejemplo de lo que piensa hacer. Apañados estamos. López irá modulando su discurso según convenga, desde el arremeter compulsivo contra el PNV a los cantos de sirena de la transversalidad si se intuyen posibilidades aritméticas que puedan evitar el derrumbe pronosticado por las encuestas.

El que Antonio Basagoiti vaya a ser candidato a lehendakari por el PP es algo que nadie ha anunciado oficialmente, ni falta que hace. Porque en el PP las cosas funcionan de tal manera que el jefe no sea cuestionado, con la única variante del "cuaderno azul" de Aznar, que era como la varita mágica de los cargos. Agotada la mina del terrorismo como argumento del discurso, el PP apelará al contubernio nacionalista-secesionista sin privarse de prevenir contra la maldad batasuna que todo lo contamina. Lastrado por el desgaste de Rajoy y sus recortes, agitará el espantajo de la crispación para llamar al voto españolista sin descartar repetir la faena con López, sueño inalcanzable ahora que no hay trampas en el censo electoral.

Gorka Maneiro y Mikel Arana por UPyD y Ezker Anitza, respectivamente, son candidatos ya proclamados pero maltratados por las encuestas, que ni siquiera les auguran representación parlamentaria. No está claro que un PP en horas bajas pueda arrebatar votos a los partidarios de Rosa Díez, y menos aún parece que la decadencia del PSE y la penosa experiencia de la gestión de Bildu no vayan a propiciar el voto a esa izquierda a la que los sondeos niegan el pan y la sal.