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Papel secundario

EN tiempo de apreturas no hay más remedio que estrujar el magín y encontrar salidas ingeniosas a situaciones de recorte y ajuste y la más socorrida es eliminar gastos superfluos, inútiles o disipados. Como todo sector productivo, las empresas de comunicación manejan medidas dolorosas para poder sobrellevar el momento y no echar la persiana. La imaginación al poder clamaban los revolucionarios en las parisinas calles y aquella proclama sirve de guía para aplicar soluciones creativas. La redacción deportiva de TVE ha experimentado en sus carnes el zarpazo de la crisis y han desaparecido los enviados especiales para retransmitir los partidos de la fabulosa Champions League, consolador opiáceo de todas las penas y penurias del pueblo que sigue asistiendo masivamente a los abarrotados campos y sigue aumentando el share televisivo cada vez que el balón echa a rodar. Los chicos del fútbol internacional de la tele pública ya no tienen que hacer las maletas, perder horas de sueño en aeropuertos y narrar con vibrante voz lo que sus ojos veían en los campos de históricos clubes para llevar la emoción y belleza del mejor fútbol europeo a los televisores. Ahora pueden hacer aparentemente el mismo trabajo en zapatillas y bata frente a un monitor que les ofrece la retransmisión sin posibilidad de contrastarla, enriquecerla y mejorarla con la visión insitu del encuentro. Poco tienen que ver las imágenes que sirven las cámaras con el calor, proximidad y vivencia de lo que un profesional contempla a pie de campo o a vuelo de tribuna pero los tiempos están difíciles y se imponen otras formas de contar y en este caso le ha tocado la china a la tele pública. Ya nada será igual en las retransmisiones de la Liga de Campeones y los enviados especiales se convertirán en apagados personajes secundarios de lo que cuenten cámaras y realizadores.