me encuentro entre esos espectadores infieles que no soportan la pesada carga de los concursos y nos arrimamos a ellos al final. Eso es lo que me ha pasado una vez más con Pekín Express. Poca emoción transmiten las pruebas y lo única llevadero es saber quién gana finalmente el concurso. Esta edición se la llevan Mar y Vanesa, las hermanas sevillanas se impusieron a los estridentes Jota y Freire y a la pareja imposible de Pedro e Inés, que fueron los primeros eliminados en esta novedad de final a tres (Inés, ha llegado la hora de mandar a paseo a ese creído). Y es que a este concurso se le ven las trampas, da igual que los concursantes aborden un medio de transporte a gritos en medio de la autopista; que los pongan a buscar unas llaves enterradas en la arena del desierto con detector de metales.
Para trampas, la que les han pillado a los de la BBC (esos que hacen fantásticos documentales que todo el mundo ve en La 2 ve pero nadie recuerda luego en las encuestas de audiencia). Han grabado escenas en un zoo haciéndolas pasar por el Ártico. Parece que han utilizando nieve artificial como escenario para parte de un documental sobre osos polares en el Ártico. Lo extraño es que la serie lleva la firma de David Attenborough, un director con un prestigio enorme y al que le gusta presentar él mismo los documentales, como Hitchcock, pero este con barbas y en bermudas. David aparece en ellos hablando con iguanas en mitad de la selva o dejándose morder por arañas peludas. En el episodio aparecen unos cachorros de oso polar como si estuvieran en una guarida de hielo y resulta que en el Cómo se hizo se les ve grabando en el zoo de Ámsterdam. Si alguien quiere comprar por Internet su filme The Life Collection Box, cuesta 43 euros. La credibilidad no tiene precio.