LA existencia de Academias de Cine y Televisión responde a un mecanismo organizativo con escasa influencia en el mundo de la producción y creación de la industria cinematográfica y televisiva. Salvo asuntos como la concesión de los premios, no se conoce más funciones ni actuación de los desconocidos académicos, constituidos en grupos de presión frente a las grandes productoras; premios para facilitar el negocio con el reconocimiento del producto y su incidencia publicitadora necesaria para hacer caja. La Academia de la Tv española ha celebrado la gala de los anuales premios con un bajo nivel de espectáculo y retransmisión, impropio de quienes patronean la hispana tv y al mismo tiempo han aprovechado el foco de actualidad para proclamar una serie de recomendaciones a los auténticos patrones del negocio: Vasile, Contreras, Carlotti, el sucesor de Oliart y otros mandamases de la industria a quienes la Academia les pide que produzcan una tv responsable y cívica; ¡ahí es nada! Que se respete la presunción de inocencia en la cobertura de procesos judiciales, que se concilien los derechos de las víctimas y sus familias en el caso de sucesos y tragedias, que los horarios infantiles protegidos y los contenidos de los mismos respeten sin excepción la ley y los códigos de autorregulación de las diferentes empresas son pilares del académico documento. Como ha manifestado la portavoz académica, estos principios y recomendaciones tienen su base en el sentido común y deben de aplicarse a todos los medios porque todos exasperan o gratifican a la ciudadanía a través de la programación. Considerable dosis de voluntarismo que las cadenas no aplicarán y seguirán jugando a la ganancia, audiencia y cuota de mercado, hasta que llegue el momento de la indignación y el rechazo del modo de proceder de las televisiones.