eunice Sanborn, nacida en Louisiana, se casó por vez primera en 1913, hace la friolera de 98 años. Eunice vive ahora en Jacksonville, Texas, y puede que se acuerde de su primera boda hace casi un siglo. Eunice tiene 114 años, seis meses y tres días y desde el 4 de noviembre del año pasado es la persona más antigua del mundo. Porque a esta gente ya no se les puede llamar viejos, como poco hay que llamarles antiguos. Nació en 1896, el mismo año que Henry Ford inventó el cuadriciclo y cuando Eunice creció no había Twitter. Si hubiese habido Twitter, Eunice quizá hubiese colgado en el Twitter lo que comía, lo que bebía, lo que cagaba y todo lo que hacía a lo largo de un día, que es, a lo que leo, lo que hace mucho personal con el trasto ése: exhibirse. Eunice no debe de tener ahora mismo esa ansía exhibicionista que sí que tuvo Justin Giddens, jugador del Power Electronics de la ACB, que colgó esta semana en su Twitter toda las zaborras que se iba comiendo -hamburguesas, sandwiches, helados, etc.- a pesar de que su club le había impuesto una dieta estricta porque estaba como un cachalote. Su equipo le ha mandado a la calle. No se sabe si por gordo o por tonto. Eunice, en cambio, está más fina que el coral, lee la prensa todas las mañanas y quién sabe si llegará a los 122 años que vivió la francesa Jeanne Calment o a los 119 que alcanzó su compatriota Sarah Knauss. Hoy mismo -esperemos que todos ellos hayan pasado una buena noche- hay 89 personas en el mundo con más de 110 años, desafiando todo lo desafiable. Vamos, que llevan como mínimo 45 años cobrando la pensión y viviendo del cuento. No, en serio, a lo mejor nuestra generación vive aún más que estos. Lo que es seguro es que lo haremos más estresaos. Y agilipollaos. Buenas noches, Eunice.