ESTOy hasta las tetas de Katy Perry y la polémica que nos están vendiendo en televisión sobre si enseñaba las tetas en un programa de Barrio Sésamo y ahora ella, para vengarse de que el programa eliminara esas escenas, haya aparecido en no sé dónde con un escote descomunal. Recuerdo que en los 80 nos decían que los yankees nos iban a invadir con la Coca-Cola. Joder, la Coca-Cola desatasca las fregaderas. El drama es que nos han invadido con sus estrellas pop de mierda. Recalco: de mierda. Lady Gaga, Christina Aguilera, Britney Spears, la petarda de la Cyrus, Beyoncé, los hermanos Jonas ésos. La lista de avutardas es interminable y no hay día que no enciendas la televisión o la radio y no te estén contando alguna sinsorguez de esta gente. Con la música pop española ocurre algo parecido y cada dos por tres te tienes que ver de frente o de oído con esta plaga, al punto de que el panorama es tan terrible desde hace lustros que muchos ya consideran a Alejandro Sanz una especie de Marvin Gaye y se celebra cada nuevo disco suyo como si Juan Rulfo hubiera salido de su letargo -y de su tumba- y se hubiera puesto a escribir. El estado de la música que nos venden las grandes cadenas, los informativos y las principales emisoras musicales de radio es realmente desolador. Mañana se cumplen 40 años de la muerte de Janis Joplin. Joplin no es mejor cantante por estar muerta, pónganse el Piece of my heart y lo comprobarán. Si viviese, no dudo que cogería por el cuello a toda esta banda de niñatas y niñatos y a los editores televisivos y radiofónicos de medio mundo y les escupiría en la cara, sin necesidad de ir por los platós de televisión enseñando las tetas como sí ocurre en esta gigantesca feria de ganado en la que se ha convertido buena parte de la música y de la televisión.