Está mal que lo diga yo, pero como no tengo jefe de prensa no me queda otro remedio: soy un pionero. No me refiero al hecho de que fui el primer y único niño de mi bloque que bajaba a por el pan en zapatillas de paño -el resto bajaban vestidos de domingo y te preguntabas: ¿qué van a hacer, un posado para el Dunia?- sino al aspecto laboral. Acabo de convertirme -el jueves- en el primer periodista comunal de España. Han hecho todos los medios una UTE y yo soy el encargado de ir a las ruedas de prensa a hacer las preguntas que no se atreven a hacer los periodistas, ya sea por inexperiencia y timidez, aburrimiento o simplemente presiones. No porque yo sea más valiente que nadie, pero como no tengo esperanzas de futuro y además soy millonario me da igual. Además, al defender los intereses tanto de la Cope como de la SER como de Efe como de Europa Press nadie me mira mal. No tengo fuentes, ni falta que hace. Simplemente, me pasan cada mañana todos los medios la lista de ruedas de prensa a las que tengo que ir, una batería de preguntas y eso es todo. Tiro la lista de preguntas al water, me cojo mi Vespino y surco las calles a la caza de ruedas de prensa. En las que no admiten preguntas, en lugar de levantarme y quejarme les alabo en público, les lanzo pétalos de flores y les beso. Eso creo que les incomoda y mis colegas acreditados lo agradecen. Ayer hice un calvo en una presentación de Carla Royo-Vilanova. Creo que le gustó. 150 euros me dejé en solarium, para no cegarla. Obviamente, pedí antes que apagaran las cámaras, porque esto es para exclusivo disfrute del gremio, no para los programas de zapping. Me están llegando ofertas de otros países y ya tengo a otros cuatro en plantilla. Creo que lo mejor será dejarlo, porque el éxito puede ser un gran fracaso. O así.
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