El periodismo no deja de sorprenderme. Para mal. Estos días me he hartado de ver en periódicos, radios y televisiones referencias al "himalayismo puro", a los "héroes de antaño", a la "solidaridad perdida" y a, en definitiva, el espectáculo mediático. Humo. El único espectáculo ha sido la carrera entre Pasaban y Oh Eun Sun, los demás iban a otra cosa. Algunos periodistas, incluso, han tenido la indecencia de colocar a Tolo Calafat como parte de ese espectáculo, como alguien que se sintió atraído por eso. Porque son precisamente esos medios, a los que se les llena la boca con la pureza y citan a Mallory, Irvine y Messner con ese soniquete aprendido como cuando aprendíamos los afluentes del Ebro, los que estos días y desde siempre jamás han ofrecido una sola línea, segundo o plano de sus espacios a los éxitos deportivos del 98% de los himalayistas de este país que no fueran Pasaban, Oiarzabal o los que han fallecido trágicamente. Esos medios -El País, El Mundo, Marca, AS, Ser, Cope, TVE, Cuatro, todos los nacionales- no saben quién es Carlos Soria o Martín Ramos o Jorge Egocheaga o Mikel Zabalza o decenas más. O lo saben, pero pasan de ellos, salvo que se maten. Hombres que no van a ningún espectáculo de ningún tipo, si no que hacen lo suyo y tienen como mucho una modesta web o un blog donde cuentan sus cosas a 200 amigos y a un patrocinador que les da el dinero para coger el bus hasta el aeropuerto, por majetes. Que no tengan la indecencia de hablar de historias de pureza y puñetas, cuando hay gente que hace cosas que ya quisiera para sí Mallory y no merecen ni una línea en sus putos informativos. ¿Alguno ha informado como merece del extraterrestre horario Campo 4-cima-Campo 2 de Ramos y Egocheaga en el Annapurna? Ninguno. Donde esté hablar de Mallory, para qué.
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