Mi padre trabajó 40 años en la misma empresa, yo llevo 25 en otra. Esto cada vez es más excepcional. Desde hace años detecto falta de compromiso en las nuevas generaciones que se incorporan a la compañía. Quieren aprender y formarse, pero siempre para ellos. “Nadar y guardar la ropa”. Sacrificio, dedicación y compromiso no existen en su vocabulario. El conocimiento y la variedad hacen crecer a las personas. Pero, ¿es mejor permanecer años en la misma empresa o cambiar frecuentemente? Hubo un tiempo en que pensé que lo mejor era lo segundo, pero la satisfacción que experimento últimamente me indica lo contrario. En una fiesta, estás con mucha gente diferente, y te diviertes, pero no tienes conversaciones profundas, ni probablemente sinceras. Y terminas vacío y hueco. Cuando quedas con un buen amigo, toda una tarde, tratas temas profundos e incluso incómodos, pero terminas con la sensación de haber aprovechado el tiempo en algo realmente provechoso. El compromiso laboral es igual, aunque ahora se llevan más las relaciones líquidas, el cambio continuo, lo superficial y lo etéreo. Es una lástima porque se pierde la sensación de hacer algo profundo, lo cual no sucede muy a menudo en la vida.