Visibilizar que la vacuna ha llegado a las residencias de ancianos y con ello el alivio para todas las personas residentes que están sufriendo de manera cruel la pandemia, nos produce a la mayoría una inmensa alegría porque estaban confinados de forma permanente, sin recibir visitas de sus familiares y pasando los días, semanas y meses encerrados entre las paredes de los centros ingresados. Que la vacuna retraiga a algunas personas parece normal porque el miedo es libre, más extraño parece que esas mismas personas a sabiendas de que no existe otra alternativa queden tranquilos con el argumento de que se vacunen otros y cuando veamos los resultados entonces ya pensaremos. La salud colectiva debe primar y estoy seguro de que la inmensa mayoría cuando nos toque iremos a vacunarnos, por responsabilidad y compromiso con la inmunidad de grupo.