Ayer que Euskadi Irratia celebraba su cuadragésimo aniversario, le embargaron a uno momentos de añoranza. Imposible olvidar aquella primera entrevista que en plena adolescencia nos hizo Manu Narvaez en la calle Andia a raíz de una revista que comenzamos a publicar en Oñati. O las ganas de saber que nos despertaban Pello Zabaleta y Joxerra Garzia en su Sorginen Afaria. Nos vienen a la memoria Pantxika y Urdin, concursantes telefónicos habituales en el inolvidable Aizu, Aizu de Mertxe Ezeiza. Las tardes de lectura acompañado por el añorado Kostaldeko Trena de Martin Tejeria representan también para mí recuerdos imborrables.

Y así infinidad de programas. Han transcurrido 40 años de constante crecimiento, gracias al trabajo de centenares de profesionales que han alcanzado magníficos índices de audiencia, pero sobre todo prestigio y credibilidad. La cultura, el deporte, la música, la ciencia, la política y muchos más. No hay ámbito de la información y el entretenimiento en el que esta emisora no brille a gran altura y no pueda mirarle de tú a tú a cualquier programa exitoso de nuestro entorno.

Reconozcamos, sin embargo, que la radio en euskera tenía, a diferencia de la televisión, un camino recorrido que ha facilitado la incorporación natural de oyentes a esta cadena pública. En efecto, desde que Joseba Zubimendi y Ander Arzelus, Luzear, iniciaron 50 años atrás, en 1932, la aventura de radiar en euskera, desde que la niña Amale Arzelus, hija del segundo, fue ese mismo año su primera voz femenina, han sido muchas las experiencias que se pusieron en marcha en tiempos muy difíciles. Nombres como Loiola, Arrate y Segura suponen en nuestro territorio referencias imprescindibles que debemos reconocer. Espero que a mis amigos de Euskadi Irratia no les moleste que en este feliz aniversario les robe un poco de protagonismo y me descubra también ante todos ellos.