Cualquiera que siga el periodismo deportivo sabe que desde tiempo inmemorial los denominados medios nacionales, aquellos radicados en Madrid aunque publiquen y vendan en todo España, se emitan en todo España o se televisen en todo España, cojean ostensiblemente del pie madridista, por mucho que en sus filas pueda haber profesionales imparciales o que sean barcelonista, atléticos, béticos o de la Real Sociedad u Osasuna o de quien sea. Pero el contexto general es madridista. Mucho. No hace falta ser Einstein para captarlo y suele percibirse por ejemplo muy bien siempre que el Real Madrid no tiene una buena temporada: los éxitos de otros equipos apenas duran 1 día en la actualidad, que es inmediatamente devorada por los nuevos planes que para su equipo tiene el omnímodo Florentino Pérez, uno de esos personajes llenos de tentáculos que alcanzan a prácticamente -o sin el prácticamente- todas las esferas del poder. Este año ha sido el entrenador, que es nuevo, y luego le siguen los fichajes, el Mundial de Clubes -un torneo residual al que nadie sensato le da el más mínimo valor deportivo más allá de la estadística si se gana- y cualesquier cosa que sirva para hablar lo menos posible del resto del mundo y sí del ombliguismo blanco del que se alimentan mes a mes y semana a semana desde que tengo uso de razón. Ayer, por ejemplo, jugó la final de la Champions el equipo que entrena un ex madridista y ex barcelonista, pero que entrenó también al Barcelona y que en su etapa de seleccionador nacional se negó a bailar el agua de la prensa nacional, un Luis Enrique que debido a su fuerte carácter -y a sus claros principios de no tragar determinadas imposiciones- siempre ha sido considerado el enemigo. Escribo y envío esto antes de que tenga lugar el partido, pero no tengo ninguna duda de que muchos de esos medios rabiaron internamente si ganó el PSG y lo celebraron si no fue así.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
