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El Planeta se perfuma de ego

Aquí todo huele bien, los escritores-tertualianos a colonia de premio, los políticos a libertad de catálogo y los corruptos a desodorante judicial

El Planeta se perfuma de egoFoto: Atresmedia

Hace tiempo que los funambulistas del verbo conquistaron los platós armados de frases lapidarias, cafés tibios y egos tan grandes como un edificio de seis plantas. Su líder, Juan del Val, ha pasado de tertuliano a novelista de millón de euros. Es lo que tiene ganar el premio Planeta, el más lucrativo de la escena literaria. No es un bulo, aunque lo parezca. Un baño de autoestima para un asalariado de Atresmedia premiado por el conglomerado de Atresmedia. Literatura convertida en espejo de nuestro tiempo: la exposición vale más que el talento y el ego suplanta a la narrativa. 

Del Val, más conocido por opinar sobre todo lo opinable, es capaz de decir lindezas como “la libertad de hacer una obra literaria tiene que estar por encima del dolor de la madre”. Una madre cuyos dos hijos fueron asesinados y carbonizados. Manifiesto para la posteridad o al menos para la barra de El Hormiguero. También se queja del perfume de sus lectoras -ese ejército aromatizado que, según él, lo acosa a besos y Chanel- , mientras proclama que el que se ofende es “imbécil”. En definitiva, el desprecio se premia y el cinismo cotiza. 

La gota que colma

El pop tiene nuevo mártir

Drama popero. La música, siempre anhelosa de mártires, ya tiene nuevo santo patrono del desencanto melódico. Tristemente, Pablo Benegas no formará parte de la nueva reencarnación de La Oreja de Van... con Amaia Montero de regreso al micro. ¿Sobrevivirá el ahora cuarteto a tan sensible baja? No sería de extrañar que el principal compositor pasase a ejercer su labor entre las sombras cuando sus excompañeros le pidan sopitas para que el castillo no se derrumbe. Mientras tanto, levantemos un altar de lágrimas y rindamos pleitesía a San Benegas por esos himnos edulcorados que nos martilleaban sin piedad la cabeza. 


Y si las letras huelen fuerte, la política sigue apestando. Isabel Díaz Ayuso continúa sazonando el debate sobre el aborto con su espray de “libertad de conciencia”. Asegura que defenderá el derecho de los médicos a no practicar abortos “cumpliendo la ley”, mientras su Gobierno compra los test más baratos del mercado para cribado de cáncer. Libertad low cost. 

En otro escenario pero con un mismo guion, Koldo García no va a prisión. En cualquier otro país eso olería mal; aquí huele a costumbre. Carlos Mazón ambienta su discurso con encuestas: si el pueblo te aplaude, ¿para qué asumir responsabilidades? Y Vox sigue ahí, como un ambientador de coche esparciendo su hedor. La España de 2025, donde nadie se disculpa, solo se perfuma; se confunde sinceridad con grosería o libertad con autopromoción, convencidos de que el mal olor solo viene de los demás.