Venía hacia casa de hacer los recados cuando me paró un señor con bastón, cierto deterioro físico y difícil hablar, y tras un esfuerzo para entenderle, comprendí que decía conocerme. Me pasa bastante, soy un desmemoriado y maleducado que no reconoce a mucha gente que me saluda, y más a esta edad en que amigos y conocidos sufren accidentes vasculares o neurológicos de todo tipo que les dejan, al menos en sus inicios, aquejados de diferentes dificultades y a veces con la faz trastocada.

Le señalé que no sabía quién era y le pregunté su nombre. No me decía nada o yo no entendía, y estaba en la zozobra de no recordar a alguien que decía conocerme cuando salió del bar de al lado una señora, le cogió cariñosamente al señor y me pidió disculpas explicándome que lo hace con mucha gente aunque realmente no los conoce. Reconozco que me relajé y me quedó un sentimiento de cariño por aquel señor.

Al hilo del cambio de faz y personalidad, me doy cuenta de que hace tiempo que me fijo en Bildu, especialmente en su conducator, Otegi, permutando en la política. Ya no es que donde odiaban la Y vasca ahora la aprueban, es que han dejado cortes de pelo a hachazos y camisetas guarrindongas por ropas estilosas, y ahora me entero de que en la nueva ponencia se defiende la soberanía gradual o, lo que es lo mismo, avanzar a poquitos, que era justo lo que otros decían y ellos abominaban. Ya no les conozco. A veces, y debido a mi desmemoria, me pregunto si siguen siendo ellos o sufren un ictus generalizado que les hace irreconocibles. Dudoso del diagnóstico, pienso que la IA (en este caso Izquierda Abertzale), subsumida en un síndrome de “imperiosa necesidad de mandar”, ha dejado su visión analógica del mundo y se ha pasado a la digital de última generación aplicando también la IA (en este caso Inteligencia Artificial) a su estrategia para concluir que lo dicho hace décadas por sus contrarios es lo que ellos tienen que decir ahora, y es que sufren de RI (Retardo Ideológico).