La Agenda 2030 es la continuación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), aprobados en Naciones Unidas en el 2000, como compromiso de reducir en 2015 la pobreza extrema y el hambre, lograr la enseñanza primaria universal, promover la igualdad entre los sexos y el empoderamiento de la mujer, reducir la mortalidad de los niños y niñas menores de 5 años, mejorar la salud materna, combatir el VIH/ SIDA, la malaria y otras enfermedades, garantizar la sostenibilidad del medio ambiente y fomentar una alianza mundial para el desarrollo.

Los ODM alcanzaron datos bastante satisfactorios a escala mundial, con la excepción de África. En 2015, los 192 países miembros de Naciones Unidas adoptaron la Agenda 2030, con mayor ambición respecto a los ODM, para avanzar en la protección de las personas y del planeta, mediante una prosperidad justa y sostenible, con 17 objetivos de desarrollo (ODS) y 169 metas a alcanzar en todos y cada uno de los países.

Casi en el ecuador del cumplimiento de la agenda, el mundo vive momentos complejos. Hemos padecido una pandemia mundial del covid-19, y los conflictos bélicos se multiplican, lo que ha supuesto a diferentes países una paralización de los ODS. Han aumentado las desigualdades, se ha acelerado el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.

Ante esta situación, y en un mundo globalizado, necesitamos un nuevo impulso a la Agenda 2030.

Ahora más que nunca, es necesario avanzar en esta hoja de ruta reforzando nuestro compromiso global, desde un enfoque integrado y basado en la ciencia, garantizando sinergias entre lo social, lo económico y lo ambiental.

Los 17 ODS constituyen una auténtica garantía para avanzar, implementando las necesarias transformaciones, por una senda de progreso justo, seguro y duradero.

La apuesta de nuestro gobierno por el cumplimiento de la Agenda 2030 fue clara desde 2018, cuando se aprobó el primer plan de acción. España ha participado en tres ocasiones en la Asamblea de Naciones Unidas para someterse al examen voluntario; y el pasado 5 de junio de 2021 se aprobó la vigente Estrategia de Desarrollo Sostenible.

Gracias a este compromiso, las políticas sociales, económicas y medioambientales llevadas a cabo por el gobierno han estado alineadas con la Agenda 2030, lo que nos han situado como uno de los países más protectores y prósperos de la OCDE y uno de los que avanza con mayor cohesión social de Europa, lo cual nos debe hacer sentir orgullosos como sociedad.

Medidas como la subida del salario mínimo interprofesional, la reforma laboral para crear más y mejores empleos, la reducción de desigualdades, la revalorización de las pensiones según el IPC, las políticas de igualdad y la transición energética justa, responden claramente a los ODS.

Frente a los paradigmas de la austeridad y las recetas fracasadas del pasado, nos encontramos con la oportunidad de desarrollar una economía más sólida y sostenible, sobre una base firme, con los valores de la solidaridad y el crecimiento económico, a través de la inversión sostenible.

Frente a la economía de las desigualdades, hemos apostado por la economía del bien común.

Frente a los desequilibrios económicos, luchamos por la justicia social y la redistribución de la riqueza.

No se trata de “globalismo” o “consenso progre” sino 17 objetivos de desarrollo vinculando derechos humanos y sostenibilidad, el fin de la pobreza y el hambre, la igualdad de género, el agua limpia y la acción por el clima.

Los ataques de la extrema derecha a la Agenda 2030 manipulan el carácter global y consensuado de la propia Agenda, desdibujando un panorama que dista mucho de los objetivos y su finalidad, sin aportar nada a su desarrollo, excepto el único objetivo de destruir el compromiso de progreso y desarrollo equilibrado y común, firmado por los estados firmantes.

El ataque de la extrema derecha a la Agenda 2030 es precisamente porque les disgusta lo que representa, que son sociedades más justas, equitativas, sostenibles e igualitarias, y por eso la atacan.

El modelo de Vox es el de Trump, Milei, Le Pen y Meloni, el de la motosierra, el de sálvese quien pueda, el del fanatismo negacionista que aboga por la desigualdad y el retroceso. Este es el modelo de la extrema derecha.

Ante los ataques a los objetivos de la Agenda 2030, los progresistas respondemos con más justicia social, más igualdad, más solidaridad y más sostenibilidad, porque la Agenda 2030 es una herramienta fundamental para generar sociedades más justas, equitativas, sostenibles e igualitarias, que son nuestros valores, los valores del socialismo.

Vivimos momentos convulsos y, por ello, entender y comprometernos con el desarrollo de la Agenda 2030 es una garantía para el desarrollo de nuestra sociedad, de nuestra economía y de nuestro planeta. En definitiva, un compromiso por nuestro futuro.

Cristina Narbona es presidenta del PSOE y presidenta de la comisión de Transición Ecológica y Reto Demográfico del Congreso de los Diputados.

Daniel Senderos es diputado del PSE-EE por Araba y portavoz de la Agenda 2030 en el Congreso