Hace quince días, aquí mismo, se publicó un artículo que escribí sobre la vieja Casona de Cabo Mayor en Santander donde vivió el Lehendakari Agirre y su gobierno casi dos meses antes de salir definitivamente al exilio. La Casona El Bohío está abandonada, cubierta de maleza y enredaderas, su interior deteriorado, pero en pie. Solo haría falta una decisión para reconvertirla en un punto de interés de la Memoria histórica reciente y una referencia de lo que significaron aquellos dos meses de derrota. Conté como la había estado viendo con el entonces presidente Miguel Ángel Revilla y mi hermano Koldo y como la alcaldesa de Santander le dio largas al Lehendakari para que no fuera a verla en aquel momento. Tras aquella visita en 2020 y la publicación he recibido varios correos del propio Santander, donde el asunto interesa y he visto reavivado el debate en la capital de Cantabria, recogido en Diario.es y el propio Revilla me ha escrito unas líneas completando datos sobre su juventud en Bilbao y terminando así: “Volviendo al tema que te preocupa. El PNV y el Gobierno Vasco tienen fuerza suficiente para pedirle a Núñez Feijóo que es quien manda aquí, una solución. Nada me gustaría más que esa casa fuese una referencia para los vascos en recuerdo de esos tremendos días (casi dos meses) previos a la llegada de la dictadura. Todo lo que esté de mis manos sabes que contáis conmigo”.

Es de agradecer su disposición ahora como lo fue antes. De hecho, su partido llevó al pleno de la Corporación en 2022 una moción para rehabilitar esta Casona y que no corriera la suerte que habían tenido el teatro Pereda, la muralla carlista de la Calle Alta, el Cabildo de Arriba, el castillo de Corbanera y la batería de Cabo Menor, ya desaparecida o en avanzado estado de descomposición tras muchos años de desatención por parte de las autoridades municipales. La moción fue aprobada por unanimidad, pero no se ejecutó. El actual portavoz del PRC, Felipe Piña, ha recogido el testigo y ha llevado al pleno la cuestión, recordando que la propuesta estipulaba la recuperación y puesta en valor del edificio y la finca colindante, con un concurso de ideas previo para decidir el uso cultural que se le daría.

Tres disparos y una chaqueta agujereada en la Casona de Cabo Mayor

El drama que se vivió

La fotografía que ilustra este escrito fue obtenida en el batzoki de Matiko en tiempos de la República. Pueden verse a María Jesús Benito, Amelia Acedo, Hilario Bilbao, Libe Anasagasti, Andima Orueta y Miren Anasagasti.

Completo esta historia, pues Txema Montero me comentó la terrible situación que habían vivido algunos vascos como consecuencia de un asesino apellidado Neila y que se llevó la vida de su familiar Jesús M. Biziola.

Euzkadi es pequeña y en 2019, había coincidido en Radio Euzkadi con la consejera de Sanidad Nekane Murga. Nekane, muy amable, me relató cómo su ama había sido cuidada por mi tía Libe cuando, tras caer Bilbao un grupo de familias se refugiaron en Guriezo. Tras mil aventuras, muy duras, las familias en barco llegaron al puerto de La Pallice. Mi tía Libe, hermana de mi aita y con tan bonito nombre sabiniano, era novia del periodista Andima Orueta, jefe de política del diario Euzkadi y superviviente del bombardeo de Durango. Es la que está a su derecha con ese abrigo de solapas.

Estando Andima con ellas en Guriezo, y ante el avance de los sublevados, les dejó para ir a Santander a buscar alojamiento al grupo de familias, pues Guriezo no reunía condiciones. No le volvieron a ver nunca más. Fue asesinado. Todas estas historias me vinieron a la cabeza cuando visitamos el monumento cercano a la Casona, que allí está en forma de cruz y con una figura tratando de agarrarse a la roca. Revilla nos dijo que por allí despeñaron a monjes trapenses y a muchos más entre ellos a muchos vascos, republicanos y personas de derecha de Santander por gantes asesinas comandadas por un socialista de nombre Manuel Neila que, curiosamente se fue al exilio en el avión El Negus y murió en México sin pagar sus más de cien crímenes de esos días de horror.

Los principales motivos de queja del Lehendakari Aguirre desde la Casa de Cabo Mayor obedecieron a la detención y hasta el asesinato de varios ciudadanos vascos a manos de agentes de policía santanderinos. El propio Aguirre lo expresó de esta manera en un informe que remitiría al presidente de la República, Manuel Azaña, meses después para explicar las razones por las que había sido derrotado el Frente Norte durante la Guerra Civil:

“Al mismo tiempo comenzaron a llegar noticias bien desagradables. Habían sido asesinados varios vascos. Yo mismo soy testigo del espectáculo macabro que ofrecían cerca de las peñas cinco cadáveres desnudos recientemente asesinados. Esto cerca de la casa donde el Gobierno Vasco vivía en Santander, en el Cabo Mayor. Llamé al General Gámir. Le hice presenciar el espectáculo. El General se indignó con este motivo. Aquello no podía tolerarse.

La chaqueta americana de uno de los asesinados estaba en el jardín de nuestra casa con el agujero de la bala que lo había cruzado. Era el médico de San Sebastián, señor Zabalo. Así desapareció el redactor del periódico «Euzkadi», señor Andima Orueta, y los empleados del Departamento de Comercio y Abastecimiento, señores Gorostiaga y Lasa. Fue también asesinado el jefe de Impuestos de la Diputación de Bizkaia, don Juan Luis de Biziola. Todos ellos hombres lealísimos al servicio del Gobierno Vasco y huidos del terror fascista. Así también fueron asesinados dos jóvenes socialistas vascos, en Torrelavega, y el afiliado a Izquierda Republicana, señor Quilez, en Santander. Todos ellos lo fueron por los llamados policías, talmente asesinos a sueldo. Más tarde un grupo de jóvenes socialistas mataban a su vez en Torrelavega a dos policías. No recuerdo en este momento si eran los mismos o eran otros de los que habían asesinado a sus compañeros. No hablamos de detenciones porque sería hacernos interminables. Consignemos sólo la arbitraria detención de don José de Rezola, secretario general del Departamento de Defensa de Euzkadi, conducido a los calabozos a pesar de haber mostrado los documentos acreditativos de su personalidad. Le dijeron que aquello de nada servía”.

Es más, esta oleada de actos violentos iba a afectar, según el Lehendakari, incluso a la sede del Gobierno Vasco en Santander: “[…] era voz pública la fama de quienes cometían estos crímenes y eran señalados como autores de múltiples de ellos. Había algunos de éstos que merodeaban en las cercanías de nuestra casa, a la cual se atrevieron un día a lanzar tres disparos, algunos de cuyos impactos estaban a la vista de todos”.

Como se ve, la casa que visitamos con Revilla tiene esta y otras muchas historias.

Revilla, tras visitar el Bohío, nos llevó al faro, construido en un acantilado a cuarenta metros de altura del mar abajo y que además de Cabo Mayor es conocido como el Faro de Buena Vista, construido en 1833. En 1941 se construyó el monumento que como consecuencia de la ley de Memoria Histórica se le han borrado sus inscripciones. Es verdaderamente impresionante.

Ojalá el Lehendakari Urkullu pueda completar su mandato recuperando con Gogora esta referencia con tantas vivencias como se ha hecho con el conocido como Palacio de la Puente en Trucíos, más conocido como La Casa Grande, ya que el legítimo Gobierno Vasco de 1936, presidido por Agirre, sesionó por última vez en tierra de su demarcación y donde el Lehendakari emitió su ya famoso Comunicado donde decía que” el pueblo vasco puede mirar al futuro con ilusión, su alma nos pertenece, nuestra conducta es la suya. Volveremos a recobrar el suelo de nuestros padres para restaurar el idioma escarnecido, la ley ultrajada, la libertad arrebatada”.

Viste lejos Lehendakari. Perdiste aquella batalla, pero no la guerra. Ahora solo queda recuperar de alguna manera tu última mansión para poder organizar una ruta, no de la derrota, sino del resurgimiento vasco, a pesar de que ya no pudiste volver nunca más al lugar donde naciste. Que ojalá se haga. l

Diputado y Senador de EAJ-PNV (1985-2015)